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Tarareaba una melodía en su mente, la campana ya había sonado indicando el final de sus clases y el pequeño pecoso se preparaba para guardar sus útiles dentro de la mochila y salir del salón como el resto de sus compañeros, hasta que unos dedos go...

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Tarareaba una melodía en su mente, la campana ya había sonado indicando el final de sus clases y el pequeño pecoso se preparaba para guardar sus útiles dentro de la mochila y salir del salón como el resto de sus compañeros, hasta que unos dedos golpeteando su hombro detuvieron su acción de meter la cartuchera, volteando en dirección a la niña que había llamado su atención.

—Disculpa, antes de que te vayas, quería preguntarte si me dejarias copiarte el punto 7 de matemáticas –preguntó con una sonrisa tímida en sus labios, quizás avergonzada de admitir que pedía la tarea para copiarla.

—Claro, no hay problema –respondió el rubio con su brillante sonrisa, sacando su carpeta de donde ya estaba guardada, sin notar que había un pequeño peso extra en uno de los anillos, sacando de allí no solo su cuaderno, sino también un frasco que cayó al suelo.

La niña miró con curiosidad el objeto caído y antes de que Felix se diese cuenta, esta se agachó para recogerlo, dándole una vista rápida al frasco de plástico anaranjado que contenía unas cuantas pastillas dentro.

—Aquí tienes, se te cayó –le entregó el frasco mientras recibía la carpeta con la otra mano.

—Oh, no lo note, gracias –rió levemente, sentándose en su lugar mientras esperaba a que su compañera terminase de copiar y guardando de vuelta sus pastillas en uno de los bolsillos.

—Disculpa, se que no va al tema pero, ¿estás enfermo?

—Oh, no, mi psiquiatra me recomendó estas pastillas, dijo que ayudarían con mi estado –estaba concentrado en otro lado que no notó la forma en que las cejas de la niña se arrugaban y su expresión cambiaba.

—Tu... ¿Estás loco?

Felix volteó a verla al escuchar esa pregunta, su tono de voz disgustado y quizás un tanto temeroso.

—Yo no estoy loco –frunció el ceño.

—Los psiquiatras son solo para la gente loca –lo acusó la chica.

Eso no es cierto, la madre de Hyunjin le había dicho que no sólo la gente loca asistía a esos lugares, que también la gente normal iba de vez en cuando para buscar ayuda con sus problemas. Felix no estaba loco solo por decidir recibir ayuda.

—No deberías hablar con él –una nueva voz se hizo presente, rompiendo con el tenso silencio que se había instalado– ¿Acaso no oíste que su madre fue arrestada? Seguro está tan loco como ella.

—¡Eso no es cierto!

—¡Si lo es! ¡La gente normal no asiste a esos lugares y no toma pastillas para estar bien! –los gritos se hicieron cada vez más fuertes y con ello las voces en su cabeza intentaban hacerse presente, susurrando tan molestamente como siempre.

Se negó a escucharlos pero los sentimientos eran tan fuertes que no podía callar a esa parte oscura de su conciencia y empujo al niño que lo acusaba, su espalda chocando contra los bancos, este se levantó furioso luego del aturdimiento, tomándolo del cuello de la camisa para luego impactar un puño en su rostro.

Sweet Bite || JilixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora