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Presionó el botón del timbre y esperó, fijando su mirada en sus zapatillas manchadas por un poco de lodo, un charco que había pisado en su llegada hasta aquí, la lluvia dejaba muchos de estos en los baches y la tierra quedaba demasiado húmeda

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Presionó el botón del timbre y esperó, fijando su mirada en sus zapatillas manchadas por un poco de lodo, un charco que había pisado en su llegada hasta aquí, la lluvia dejaba muchos de estos en los baches y la tierra quedaba demasiado húmeda.

Regresó su atención al frente cuando escuchó el sonido de las llaves y respiró hondo, dibujando su mejor sonrisa a la amable anciana que estaba apoyada en el marco de la puerta, la mirada de la mayor por unos momentos confusa ante su presencia pero sin quitar esa expresión tranquila y cálida.

—Señora Bang, soy Felix –se presentó nuevamente, conociendo los problemas de memoria de la anciana quien con cada día parecía empeorar.

La comprensión de a poco llegó al rostro de la señora quien le devolvió la sonrisa.

—El amigo de mi nieto, pasa pequeño, Channie no está aquí aún pero puedes esperar adentro, además la novela se está poniendo buena –bromeó y el rubio dejo escapar una pequeña risa, acompañando a la anciana adentro del pequeño pero cálido hogar.

Aunque quizás no tan cálido ahora, si bien ya no estaba el frío del viento golpeando contra su rostro y el agradable calor de la estufa lo abrazaba, sabía que faltaba algo allí, otro tipo de calidez, faltaba una pieza que Felix había tomado y destruido con sus propias manos, dejando un rompecabezas incompleto.

Se sentó al lado de señora Bang en el pequeño sofá, mirando en dirección al televisor que reproducía una vieja novela de amor, se acomodó y sacó de su mochila un recipiente de plástico que contenia trozos de brownies dentro, los había horneado ayer por la noche cuando el insomnio causado por las voces no lo dejaba en paz.

Le ofreció a la mayor y esta aceptó gustosa, ambos comiendo en un cómodo silencio.

—No se porque Channie tarda demasiado, ese pequeño, seguro se habrá metido en algún problema y no me dirá nada al respecto –suspiró la mujer, pero a pesar del regaño en sus voz la sonrisa amable y llena de cariño permanecía presente en sus labios.

Sus ojos eran dulces y también estaban llenos de tristeza, quizás una parte de su confusa cabeza aún comprendía lo que pasaba.

—Solo venía a ver como estaba y compartirle lo que hornee el otro día –intentaba siempre ser sutil con sus palabras, seguir el juego, no lastimar más de lo que ya había hecho a la pobre anciana que en todo este tiempo lo había tratado como si fuese otro miembro de su pequeña familia–. Seguro me encontraré con hyung en otro momento.

La mayor asintió con la cabeza.

—Dejalé unos brownies en su pieza, con mi cabeza podría olvidar que los trajiste y se pondrá triste si me los como todos, es un chico demasiado goloso y ambos sabemos que adora tus postres –rió y Felix asintió, levantándose del lugar con el recipiente en manos, caminando hasta la cocina donde sacó un plato de la alacena y dejó tres pedazos de brownie encima.

Sweet Bite || JilixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora