Yang Jungwon se cambió a un nuevo colegio para estar más cerca de su único amigo, pero jamás imaginó que la estudiante más temida por todos sería aquella chica que alguna vez torturó cuando eran chicos.
«No me vengas con eso de que no golpeas a las...
—Eso es imposible —murmuró Soomin, poniéndose de pie lentamente—. ¿Tú, el anónimo? No, no me creeré eso.
—No voy a obligarte a que me creas —Jay levantó los hombros y se giró en su asiento para darle la espalda a la chica.
—¿Cómo mierda podrías ser tú el anónimo si en el blog escolar también aparecieron publicaciones en contra de Jungwon? —gritó la chica haciéndole frente a Jay.
—¿Y eso qué tiene que ver?
—Se supone que es tu mejor amigo —recalcó ella dirigiendo su mirada a Jungwon rápidamente, como buscando una respuesta clara.
—Yo no sabía nada de esto —se quejó Jungwon levantando las manos en señal de paz.
—Yo tampoco —se apuró en decir Sunoo cuando la mirada de la chica cayó sobre él.
—Increíble —murmuró ella molesta, apartando la mirada por un segundo para respirar, para así volverse hacia Jay—. No te hagas el interesante y mejor dame una explicación.
—No tengo por qué hacerlo —respondió Jay con desdén.
—Oh, claro que sí.
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Jungwon, Sunoo y Jay mantuvieron su postura ante ella, dándole a entender que no les daba miedo y que tampoco conseguiría lo que quería. Pero, ni bien aparecieron todos sus amigos y algunos nuevos aliados de su grupo, los tres pensaron que era una muy mala idea quedarse en ese lugar y esperar a que se desatara una guerra campal.
—¿Por qué? ¿Por qué tú necesitarías publicar esas cosas sobre mí? —preguntó Soomin bajo la mirada de todos.
—Porque te lo mereces, te lo mereces por todo el mal que les has hecho a los estudiantes y a mis amigos —respondió Jay, se había puesto de pie y sus palabras salían con veneno.
—¿Así que te crees un justiciero? —Soobin soltó una carcajada confundido—. Qué estupidez.
—Lo que pasa aquí... es que nos tienes envidia —soltó Heeseung con una sonrisa—. Le tienes envidia a todo el poder que nosotros tenemos sobre los demás estudiantes.
—Eso no es poder, es preferencia —corrigió Jay—. Y no sé por qué razón jamás los castigan por las cosas que hacen, pero estoy completamente seguro de que tiene que ver contigo, Soomin.
—¡No me digas! —respondió ella fingiendo estar sorprendida—. ¿Sabes? Ese sería un muy buen tema para publicar en el blog. “Sospechas de que Choi Soomin y todos sus amigos tienen algún tipo de privilegio en el Colegio Black Swan”, es un buen título, ¿no?
—Es muy largo —murmuró Jay sin saber qué más argumentar.
—Imbécil —escupió la chica en el mismo tono de voz.
Un camarero, que en realidad era uno de los numerosos empleados de Soomin, pasó ofreciendo bebidas. La chica tomó la jarra con jugo de frutilla que estaba cargando y aventó todo su contenido sobre Jay, salpicando también a sus amigos.
