Capítulo 2: El calor de Harriet

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Tres días más tarde, cuando Harriet se despertó con las mejillas sonrojadas de color escarlata y con calambres bajos que le recorrían el abdomen, Severus envió una lechuza a Hogwarts informando al director de que habría que buscar un sustituto para las clases de pociones de esa semana. La amiga de Harriet, Hermione Granger, acudió a la casa de los Snapes una hora más tarde para recoger a Albus, pero el pequeño dudaba en salir.

Acurrucado en el nido de Harriet, con la cabeza apoyada en su madre y los brazos de ésta rodeándolo, Albus frunció el ceño cuando Hermione se arrodilló frente a ellos.

—Mamá y papá te volverán a ver pronto. —Susurró Harriet a su hijo, besando la parte superior de su cabeza de pelo negro.

—¡Tú y Scorpius son los mejores amigos, Albus! Se van a divertir mucho juntos! —Le instó Hermione con una sonrisa amable.

Albus le hizo un mohín a Hermione mientras preguntaba: —...¿Prometido?—.

—Lo prometo. —Hermione respondió con sinceridad, manteniendo su sonrisa, —Tu mamá no se siente bien.....Pero tu papá puede ayudarla a sentirse mejor si vienes a jugar con Scorpius. ¿Qué te parece, Albus? ¿Puedes ayudar a tu papá a cuidar a tu mamá?—.

—...¿Mamá estará bien? —preguntó Albus.

Estaba entusiasmado con la perspectiva de pasar una semana jugando con su mejor amigo, Scorpius Malfoy, pero aún no estaba convencido de que dejar a su sufrida madre fuera de su mirada vigilante fuera una buena idea.

—Mamá estará bien, cariño. —Harriet tranquilizó a Albus. Depositando otro beso en la parte superior de su cabeza, le dio unas palmaditas en la espalda y le instó a levantarse: —Vamos, diviértete—.

—Muy bien, mamá. —murmuró Albus, dando a Harriet un último y apretado abrazo antes de zafarse del abrazo de su madre y ponerse de pie para tomar la mano de Hermione.

Hermione charló con el pequeño sobre todas las cosas divertidas que él y Scorpius podrían hacer mientras salían de la habitación, bajaban las escaleras y se dirigían a la salida de la casa.

Cuando Hermione fue a abrir la puerta, un escalofrío la recorrió.

Podía sentir un par de ojos observándolos a ella y a Albus.

En el aire flotaba una tensión casi desconcertante que Albus era aún demasiado joven para notar....

Desde donde estaba sentado en el rincón sombrío de la sala de estar, Hermione oyó al alfa rechinar los dientes, impaciente por que salieran de allí.

Puede que Severus Snape no fuera su pareja, pero como omega que era, como Harriet, Hermione podía sentir a un alfa listo para el celo.

La puerta se cerró cuando ella y Albus salieron y, con un movimiento suave, Severus se levantó de su silla en el salón.

Arriba, en su nido, Harriet gemía, lamentando la pérdida de su bebé y la privación de estar sin su alfa.

Durante todo el camino hacia abajo, Severus podía oler las feromonas que su esposa desprendía y lo atraían hacia ella, obligándolo a tragar la saliva que se acumulaba en su boca como un lobo hambriento.

Sin apenas hacer ruido, Severus se deslizó fuera del salón y subió las escaleras.

~~•~~

El cuerpo de Harriet ardía, enfurecido por ser ignorado descaradamente.

Incapaz de tolerar la sensación de la tela rozando su piel, sabiendo que estaba en la casa a solas con su alfa, Harriet se sacó la ropa y la tiró a un lado, retorciéndose incómodamente en su nido. Harriet seguía retorciéndose cuando un olor familiar y reconfortante llenó la habitación y se obligó a enfocar los ojos cuando una figura alta y oscura se acercó a su nido.

The Purple Blankets: A Snarry Tale (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora