"Algún día terminará todo esto"

139 14 17
                                    

Saga, el líder de la constelación de Géminis, fue finalmente el elegido como el nuevo y futuro Presidente del Concejo Estudiantil. De entre los doce alumnos con mejores notas y comportamiento –el primero de cada constelación que separaba a los estudiantes de primer curso en el Bloque D–, él había salido victorioso gracias a sus sobresalientes resultados. Afrodita se sintió un poco decepcionado consigo mismo al principio pero sopesó que Saga no era tan mala opción: el chico era alto, atlético e inteligente (por no mencionar lo preciosa que le parecía su cara, esculpida con total seguridad por los dioses griegos).La seriedad de su rostro trasmitía seguridad y daba la impresión de ser alguien respetado por muchos ya que mantenía cierta amistad con los líderes de Géminis de cursos superiores desde antes de iniciar el trimestre, consolidando la perfecta unión entre los antiguos y los nuevos alumnos pertenecientes al último tramo de estudios de Los Elíseos:

- La noche que precede a las vacaciones de Navidad serás nombrado oficialmente, Saga – le dijo la directora – Enhorabuena.

Todos los presentes aplaudieron la decisión aunque no les quedaba otra opción a fin de cuentas pero nadie parecía estar en contra del nombramiento del estudiante de Géminis. Algunos de los doce líderes se quedaron a charlar e incluso felicitar al chico por su título pero Afrodita decidió marcharse justo después de felicitar a Saga de manera cordial, no conocía a ninguno de los demás muchachos como para mantener su estancia allí y una vez saliera del edificio, tendría la tarde libre para marchar al centro de la capital y realizar los recados que el día anterior quedaron en el olvido.

Llegó a su cuarto y se cambió de ropa, algo más cómodo y fresco para salir a la calle pues Septiembre aún era un mes caluroso en Japón por lo que para complementar la camiseta de tirantes y los pantalones cortos que escogió, se trenzó el pelo a un lado y se colocó una de las pamelas veraniegas que había llevado consigo desde Suecia. El chico cerró su habitación con llave, la metió en su mochila de cuero y emprendió el camino hacia la ciudad donde disfrutó como un niño pequeño. Allí nadie lo observaba ni lo molestaba al pasar por su lado, la capital estaba repleta de turistas de un sinfín de nacionalidades con algún que otro grupo de despistados que le preguntó la dirección de un hotel que por fortuna conocía. Afrodita los guio encantado, escuchando incluso aventuras de los más ancianos gracias a su perfecto dominio del inglés. 

Las horas se pasaron volando entre compras y viajes en metro. Cuando el atardecer empezó a hacerse notar, el chico regresó a la residencia cargado de bolsas y a pesar de las muchas cosas que había hecho a lo largo de la tarde, no se sentía tan abatido como el día anterior, el buen humor había vuelto a su ser y la mente del sueco no dejaba de darle vueltas al maravilloso pastel de crema que tomaría después de cenar.

Sin embargo, tan ensimismado estaba en sus inminentes planes que no se dio cuenta de quien pasaba por su lado hasta que una mano furtiva tocó notablemente su trasero:

- ¡Guapa!

- ¡No vayas provocando por ahí, novato!

Varios manotazos más alcanzaron su destino mientras él trataba de escabullirse de las manos ajenas. Afrodita no estuvo muy seguro de que fueran los mismos chicos que el día anterior le habían lanzado harina pero aquellos tocamientos le sentaron tan mal - o incluso más- como la primera novatada... Odiaba que lo tocaran sin permiso y aquellos comportamientos cruzaban el límite de su paciencia, no obstante, una parte de su interior se alegró de que al menos lo hubieran dejado intacto y que el mal rato tan solo hubiese durado unos segundos. 

Por desgracia, la palabra novato empezaba a revolverle el estómago y aquella experiencia no hizo más que quitarle el apetito por lo que el pastel de crema quedó esperando a ser devorado dentro del frigorífico.

Boys Before RosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora