Un nuevo y último camino.

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10 de Febrero:

Esa mañana, en el antiguo apartamento del líder de Piscis, la música de la radio sonaba por todos los rincones. En el baño, el muchacho de cabello celeste se encargaba de domar sus cortos mechones, algunos ondulados, otros todavía resistiéndose a las tenacillas.

El eyeliner fue un trazo perfecto. El rimel, un mero toque que mantuvo en orden sus pestañas. Siguió con el perfume, uno que había elegido aleatoriamente en el dormitorio de Cáncer. Para acabar, combinó los pantalones largos del uniforme de invierno con la parte superior masculina. Aquel día le apetecía llevar el set completo, se veía bien con su melena corta.

Cuando terminó, acudió a la cocina, brincando al son de la música. Después, abrió la puerta del pequeño frigorífico y agarró la bolsita con el almuerzo que había preparado la noche anterior cerrándola posteriormente, con un movimiento de caderas. Metió todo lo necesario en su mochila y observó el reloj de la pared.

Era hora de salir.

Caminó solo, con la helada brisa calando más allá de su uniforme pero ¿Qué importaba? Su corazón ardiente empezó a latir desbocadamente cuando lo vio esperándolo en el cruce que unificaba los edificios de los dormitorios de la academia... Estaba tan guapo que Afrodita hasta se sintió sonrojado de saber que aquel estudiante italiano era completamente suyo. Deathmask lo miró y una sonrisa de medio lado se dibujó en su rostro de manera automática, era tan típico de él. Sin darse cuenta, el sueco también sonrió ¿Qué otra opción tenía? Era eso lo que le provocaba aquel estúpido y seductor compañero:

- ¿Preparado, florecilla? - Le preguntó Cáncer cuando llegó a su lado.

- Más que nunca.

***

La reaparición del líder de Piscis en el campus supuso una sorpresa para los profesores que no estaban al tanto de su repentino regreso pero, como era de esperar, todos lo recibiendo con los brazos abiertos e incluso, hubo lágrimas por parte de algún que otro superior al verlo tan recuperado anímicamente.

Por su parte, Deathmask lo acompañó en todo momento, desde el despacho de la directora hasta el último profesor al que tuvo que visitar. Lo ayudó a rellenar papeleo, siempre en silencio, como un guardaespaldas:

- No hace falta que sigas aquí, Death. - Le dijo el sueco cuando ya se dirigían al aula de su primera clase.

- ¿Por qué? ¿Te estorbo?

Afrodita sonrió mientras negaba con la cabeza. Jamás podría sentir que Cáncer sobraba en su día a día por mucho que se convirtiera en una sombra. Sin aviso, el italiano empezó a sacarle conversación para que no se diera cuenta de que no se habían topado con nadie en el camino hacia la habitación en concreto. Se sabía que el sueco era muy observador y lo último que quería era que la sorpresa que se traía entre manos se viniese abajo por eso. Lo molestó, lo obligó a prestarle toda su atención hasta que por fín, llegaron a su destino.

Deathmask lo miró de arriba a abajo, sonriendo con picardía:

- ¿Qué ocurre? - Quiso saber el líder de Piscis.

- Averígualo tú mismo.

Acto seguido, Deathmask abrió la puerta corredera que había ante ellos y cuando los ojos azules del chico se clavaron en el interior de la sala, un grito al unísono lo sorprendió:

¡¡BIENVENIDO, AFRODITA!!

Podía haber un centener de personas allí reunidas, gritando a la vez y sobre todo, con una señal distintiva que no pasó desapercibida para el líder de Piscis: Todos vestían el uniforme contrario a su género. Los chicos llevaban faldas a tablas con la camiseta de cuello falso atado con un lazo de color azul mientras que las chicas, lucían la misma chaqueta y pantalón que él mismo llevaba. Sin embargo, no solo aquellos alumnos parecían haber cambiado su género por un momento para mostrar su apoyo, las ventanas colindantes de las otras clases también se abrieron y todo aquel que se asomó por ellas, llevaba el mismo cambio de uniforme.

Boys Before RosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora