El club de artes marciales.

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4 de Febrero. 

Al finalizar las clases, varios días después de la marcha de Géminis, Afrodita se sentó en uno de los bancos esparcidos a lo largo del camino hacia el edificio en el que se hallaban los dormitorios de la sección de Piscis. Necesitaba un poco de soledad en la que desfogar el dolor que sentía en el pecho pero un nudo en la garganta le impedía expulsar toda su pena. Echaba de menos a Saga, nunca se había enamorado de alguien hasta tal punto y el líder de Géminis le había tocado el corazón de la manera más inesperada. 

Tras unos largos minutos de pura frustración, las lágrimas por fin comenzaron a salir de su azulado mirar, silenciosas y cargadas de agonía ante la ausencia de su amor; así pasó largo rato, dándose el gusto de llorar hasta que no le quedó una sola lágrima que derramar, sus hombros llegaron a convulsionarse y justo cuando la respiración empezó a faltarle, Afrodita sintió la obligación de calmarse porque aquel berrinche estaba llegando demasiado lejos, apenas era la primera semana que pasaba sin Saga, no podía derrumbarse tan pronto:

- ¡Eh, Dita! – escuchó no muy lejos de su posición. Al alzar la cabeza, sus ojos captaron a Deathmask acercándose al banco, acompañado por otro chico – Vaya... ¿Estás bien?

- S-Sí, lo estoy. – respondió el sueco limpiándose con el dorso de la mano los restos de las lágrimas caídas lo más rápido que pudo.

- La marcha de Saga ¿eh? La falta de sexo debe ser desesperan... – Cáncer recibió un codazo – ¡AH! ¿¡Qué te pasa, Shura!?

- Cállate.

Piscis centró entonces su atención en el acompañante de Deathmask, un muchacho de cabello oscuro y despuntado hacia arriba cuya expresión resultaba excesivamente seria. Tenía los ojos verde oscuro sumado a un porte impecable. Le conocía de vista y aquella apariencia solo demostraba por qué era el presidente del club de artes marciales; apenas había cruzado palabra con él, la tensión entre ambos por los juegos "sucios" de Afrodita podía sentirse en cada reunión que habían mantenido pero fuera, en el campus, jamás habían dado el paso de tratar de entenderse:

- Así que... tú eres el líder de la sección de Capricornio, Shura ¿eh?

- Sí – obtuvo por respuesta, una afirmación seca y distante – Y si fuera otro tipo de persona, me alegraría de verte en esta situación, sería tu karma por ser una arpía.

Shura mostró una media sonrisa en su cara mientras hablaba pero en el momento en que terminó la frase, aquella frívola expresión se borró de su rostro por completo. Piscis suspiró, cansado de que, de nuevo, alguien volviera a confundir su género y tratara de desmerecerlo usando un género contrario al suyo:

- Soy un...

- Sé lo que eres, Afrodita; pero opino que quedarte con el acto principal de fin de curso aprovechando tus revolcones con Géminis es de arpías, seas o no una chica. – Piscis fue a responder pero Shura se adelantó a sus palabras – Es igual, no quiero discutir sobre eso... Ya no importa, el acto puede ser todo tuyo pero deberías darle las gracias a Aioros, es por él que a día de hoy no he movido cielo y tierra para que le devolvieras ese espectáculo al club que se lo merece por derecho.

- ¡Oye! – Intervino Deathmask – No te quejes tanto, gracias a tu reunión con Saga, las secciones de Capricornio y Sagitario no tienen vigilancia y puedes follar con Aioros todas las noches sin que nadie lo impida. Ya podrías haber pedido lo mismo para los demás.

- Tsk... Que desagradable eres cuando te lo propones.

- ¿Aioros y tú estáis...? – preguntó Afrodita sin pensar.

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