Rugidos del mañana.

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El líder de Sagitario y actual Presidente del Consejo Estudiantil llegó con casi diez minutos de antelación al lugar y hora acordada. Elyn, hermana de Camus, le había dicho que no iría solo al concierto por lo que debía esperar a Afrodita y acudir juntos al pub donde se celebraría el live. Los nervios consumían interiormente a Aioros pues desde la trágica noche en la que Katya de Corona Boreal se marchó, no veía a su compañero y amigo y las noticias que circulaban por el campus no auguraban nada bueno pero él confiaba en Elyn y si ella afirmaba que Piscis saldría de su habitación para acompañarlo, él también lo creería sin dudar:

- ¿Aioros? – Escuchó de repente a su espalda.

Al girarse, un nudo en la garganta evitó que las palabras salieran de su boca de manera instantánea. Sagitario esperaba toparse con un muchacho devastado, agotado tras días de oscuridad y con el pelo corto pues todo el mundo era conocedor de que el ataque de ansiedad sufrido por Piscis había desembocado en gran una desgracia para su larga cabellera celeste... Pero el sueco que se alzaba frente a él estaba igual que siempre, maquillado con una gama de colores deslumbrante y un conjunto de ropa que, si bien no era de lo más exquisito, le quedaba de muerte: Vaqueros negros, camiseta blanca sobre la que caían unos cuantos colgantes de plata y una chupa de cuero desgastada; si duda alguna, aquellas prendas no eran suyas pero había que admitir que la ropa de Deathmask le sentaba como un guante:

- Me alegro mucho de verte, Afrodita.

- Lo mismo digo. – Respondió Piscis esbozando una leve sonrisa – ¿C-Cómo me veo? No me han dicho demasiado sobre al sitio al que vamos pero pensé que Deathmask tendría ropa adecuada para ello. 

- Estás perfecto... – Pudo decir Aioros y abrazó a su amigo tratando de ocultar la emoción que su corazón sentía.

***

El camino hacia su destino lo recorrieron en la moto de gran cilindrada de Sagitario, el pub en cuestión estaba a unos veinte minutos de la academia pero ellos tardaron algo menos gracias al manejo de Aioros sobre el vehículo. El viento helado de la noche se filtraba a través del casco que llevaba y fue despejando poco a poco la mente de Piscis: echaba de menos el bullicio de la calle, el hecho de sentirse libre, salir de las cuatro paredes que no habían hecho más que consumir su luz propia. El mundo exterior siempre había sido bueno con él pues las miradas no destilaban envidia ni rechazo ni nadie osaba chocarse contra su cuerpo para molestarlo a propósito; Afrodita no podía sentirse más feliz de haberse aventurado a salir con sus amigos.

Cuando Aioros detuvo la moto, el lugar que se alzaba ante ellos maravilló al sueco por su gran colorido. La fachada estaba llena de luces de neón cyan y magenta que parpadeaban mientras la gente se impacientaba en la entrada principal. Había una cola larguísima en las cercanías de la puerta, vigilada por dos porteros que a su vez, revisaban minuciosamente las entradas que las personas les entregaban antes de pasar al interior del local.

Afrodita cayó en la cuenta de que él carecía de entrada y el miedo se reflejó en sus ojos azules por un instante; sin embargo, Aioros se acercó a los dos vigilantes con aire despreocupado desde el polo opuesto a la fila, se sacó dos papeles del bolsillo de su chaqueta y los movió frente a ellos mientras se colaba delante de todos los demás. Pases VIP supuso el sueco:

- ¡Ey, tío! ¿No va a ponerse Shura celoso si te ve con semejante belleza? – Gritó uno de los hombres de la puerta para hacerse oír por encima del bullicio.

- ¡Que va, éste viene por Deathmask!

- ¡Imposible! ¿Desde cuándo tiene el jefe semejante suerte con sus parejas?

Boys Before RosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora