Capítulo #28

561 91 18
                                    

Capítulo #28: "Perdidos"

Joseph

Después de la pelea en el lodo ambos estamos muy cubiertos de toda esa tierra y la lluvia aún no se detiene, cayendo a cántaros a nuestro alrededor. Por fin veo algo, a unos metros hay un motel o hotel de carretera.

No traigo nada encima.

Mientras llegamos a ese lugar la tierra fue eliminando poco a poco hasta llegar al pequeño motel.

— Buenas noches — hablé yo primero.

— Hola señor, ¿desean unas toallas y unos chocolates calientes? — preguntó un hombre mayor con una sonrisa.

— Sería mejor si podría conseguirnos una habitación para los dos — dije apresuradamente, la verdad es que dentro del motel, el aire acondicionado estaba haciéndome temblar y aunque Ani se hace la fuerte también está temblando detrás de mí.

— Oh, claro. ¿Cómo van a cancelar efectivo o tarjeta?

— Tar... — me detengo abruptamente cuando palmeo mi bolsillo trasero y no está mi billetera.

— Efectivo — dice Ani al ver mi cara.

De la funda de su celular saca dinero y paga.

Rápidamente busco el mío y aunque está aquí, no guardo dinero en él.

— Nos salvaste — admití en voz baja.

— Los guiaré — el señor nos muestra una habitación con una sola cama grande y un cuarto de baño no tan grande, pero más que suficiente — Tengan linda noche jóvenes.

Ambos asentimos cuando nos dejan solos. Ella entra primero a la ducha y luego lo hago yo. Saliendo de ahí comienzo a estornudar.

— Ven aquí, idiota — dice palmeando mi espalda, obligándome a sentar sobre la cama. Ella saca un secador de cabello y comienza a secar mi rubia cabellera.

El vapor hace que me sienta incómodo. Pero se siente bien tenerla sentada prácticamente sobre mi espalda.

Reviso mi móvil y no tenemos cobertura.

— Bueno, creo que tendremos una noche muy tranquila para los dos — dice ella cuando termina de secarme el cabello, moviéndolo y acariciando mi nuca.

— Yo diría que será muy movida.

Ella ladea la cabeza y al entender mi sonrisa ladina rápidamente intenta negar con la cabeza. Pero ya mi mano está en su nuca atrayéndola y uniendo nuestros labios en un beso muy dulce, pero a la misma vez cargado de adrenalina.

— Jey — gime cuando meto la mano por debajo de su toalla. Acariciando sus muslos y apretandolos ligeramente.

— ¿Por qué si sabes lo que causas en mi, te empeñas en mejorarlo? — digo ya con la voz entrecortada por las ganas que mi cuerpo siente solo al saber que está existiendo alguien así a mi lado.

No la dejo responder porque ya estoy comenzando esa guerra infinita con su lengua y va ganando ella. Estoy encima de su cuerpo.

Una de mis manos va hacia su boca, interrumpiendo cualquier gemido que quiera salir de este. Mientras mis labios bajan hasta sus pechos disfrutando del contacto, su piel se eriza.

— Buenas noches — dicen tocando la puerta, bufé irritado, todo está cerrado pero nos obliga a separarnos abruptamente — Aquí están sus chocolates.

No puedo abrir la puerta, un bulto entre mis piernas me delatan.

Así que ella se pone de pie y abre la puerta tranquilamente aunque sus cachetes aún están rojos, pero parece haber evitado que nos cogieran en pleno acto carnal.

Seguimos en GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora