Capítulo #56: "Mi maldita tentación"
Andrea
¿Resistirme a Jey? El mayor reto que he tenido hasta ahora, sin duda alguna. ¿Es que hay que estar muy ciega o muy cuerda para no lanzarse a su cuerpo, romper su ropa y hacerle el sin respeto como se lo merece.
Y pues, yo ni ciega ni cuerda.
Pero venga ya, mi fuerza de voluntad se fue a la mierda un par de horas después de que comenzáramos el reto y en este momento se está yendo por el mismo camino.
<Lo prohibido tienta> Me recuerda mi conciencia y le doy toda la razón.
Sobre todo cuando lo veo desnudarse frente a mí con delicia, desnudando cada parte de su cuerpo para mí, se agacha a tomar su ropa y cada músculo se contrae por cada uno de sus movimientos.
<Estás babeando pendeja> Por lo único que puedo hacerlo es por él.
Me quedo mirándolo por un par de segundos, se ducha y cuánto deseo ser yo cada gota que lo recorre, los músculos de su espalda y piernas se contraen mientras lava su cabello.
<Resiste>
— Mejor tomemos una ducha juntos —termino diciendo y dándole off a mi conciencia.
Si voy a babear que sea sobre él.
Me mira quitarme mi ropa y sus pupilas me hacen saber que no son rosas precisamente lo que ve en mí.
Me acerco a él y cierro la compuerta para que el agua de la ducha no salga, me meto bajo el agua quedando muy cerca de Jey, él está inmóvil, y creo que aguanta la respiración, tomó el jabón y comienzo a pasarlo por su cuerpo, sintiendo su calor bajo la palma de mi mano, sujeta mi cadera, acercándome más, pero aun no me ha tocado, aún.
Voy bajando mis manos en un recorrido que si para mí es tortuoso no me imagino para él. Trazar pequeños círculos en su V con mis dedos mientras nuestras miradas deseosas están perdidas en la del otro.
Cuando alcanzó lo que quiero sus dedos en mi cadera se entierran en mi piel y un jadeo de placer no se escapa sólo de sus labios.
Me separo de él y yo enjabono mi cuerpo mientras él retrocede para enjuagarse, debe querer salir de aquí con rapidez.
Pero claro, mi Idiota es un masoquista y me observa enjabonarme me detengo en mis pechos por mas tiempo del necesario, y recorro con mis manos mi silueta, los ojos de Jey se centran en mis manos y cada lugar que acarician, gracias a nuestra desnudez puedo observar perfectamente que estoy logrando lo que quiero.
— No hagas eso —exige entre dientes para no delatar su voz cargada de lujuria, algo que le es imposible.
— Debo lavarme Jey —respondo con aire inocente—. Pero vale.
Le doy la espalda, dejándole una vista perfecta de mi trasero, sigo enjabonando mi cuerpo y a propósito dejé caer el jabón, me incliné para recogerlo y su mano golpea mi trasero con fuerza, haciéndome jadear, su miembro queda contra mi trasero y sujeta mi cabello en una coleta, jalando de este y haciendo que me enderece, sus labios van a mi cuello y comienza a lamer y morder mi piel.
Su mano libre recorre mi silueta, vientre y se escurren hasta mi intimidad, con sus dedos hace círculos en mi clítoris, aplicando una presión deliciosa que me hace gemir
— Abre las piernas —ordena y obedezco, dándole más espacio y sus dedos se introducen en mi entrada mientras mi trasero chica con su erección, un nuevo gemido escapa de mi labios mientras le doy más acceso a mi cuello.
— ¿Admites tu derrota? —pregunto extasiada y libera mi cabello, aprisionando uno de mis senos, mi piel se eriza bajo su tacto, cada caricia, cada beso, cada toque, es una nueva sensación que mi cuerpo experimenta en su máxima expresión.
— Lo admito, perdí —susurra a mi oído y sonrío.
Me volteo y le hago retroceder, hasta dejar que su espalda choque con el azulejo de la pared del baño, beso su cuello mientras mi mano masajea su erección y sus manos viajan por mi cuerpo.
— No Joseph —murmuró a su oído—. Yo perdí primero.
— ¿A qué te refieres? —pregunta en un susurro mientras mis besos descienden por mi pecho.
Sonrío sobre su piel y me arrodillo en el suelo, besando su punta y un gruñido sale de su garganta. Su mano va a mi cabello recogiéndolo en una coleta.
— Digamos que te hice tener un buen orgasmo mientras dormías —lamí su glande y gime mi nombre.
— Ese sueño... —Sus palabras se quedan en el aire cuando todo su miembro va a mi boca, lamiendo y disfrutándolo, su mano dirige el movimiento, haciendo que llegue más hondo a mi garganta, con mis manos masajeo su base y desde mi posición puedo ver claramente sus labios entreabiertos por el placer mientras apoya su cabeza en la pared.
Está al punto de llegar al límite y me detengo, gruñó frustrado, y yo subo besando su delicioso cuerpo.
— Un sueño muy vívido Jey, uno que te hará vivir más veces de las que podrán contar.
Él sujetó mis hombros y me estampa contra la pared, sujeta mis muslos, elevándose, y mis piernas se aferran a su cintura, se posiciona en mi entrada y de una sola embestida entra en mí, sacándome un gemido a ambos.
— Abusaste de mí —dice besando mi cuello y penetrándome con fuerza, llegando a lo más hondo de mí.
— Yo diría que te ayudé con un serio problema —respondo entre jadeos y mis uñas se clavan en su espalda por el placer.
— Eres una maldita pervertida —dice.
— Eres mi maldita tentación —Sus labios van a los míos, callando los míos, su lengua se funde en una guerra con la mía mientras me hace llegar a la cúspide del placer.
Me separo de sus labios cuando mis piernas se tensan y siento mis paredes apretar su miembro mientras este palpita en mi interior, ambos gemimos de placer al llegar a nuestro límite y explota en mi interior.
Me baja y al tocar el piso mis piernas no me sostienen y su mano va a mi cadera, ajustándome a su cuerpo y acaricia mi espalda mientras besa mi cuello.
Ambos nos lavamos mutuamente y me acuesto primero, no solo me siento cansada por el maravilloso orgasmo de hace minutos, sino también por el entrenamiento.
— Idiota, ven —digo desde la cama con los ojos cerrados.
— ¿Me quieres a tu lado? —dice burlón y escucho sus pasos acercándose.
— A mi lado o encima de mí, no importa.
— No me provoques Andrea, si lo haces hoy no dormirás —advierte y río bajito.
Se acuesta a mi lado y me acerco a su cuerpo, él nos acobija con las sábanas, se abraza a mí y sus piernas inmovilizan las mías mientras yo me abrazo a su cuerpo. Sintiendo el aroma del jabón en su piel y su calor, besó mi coronilla y su mano acaricia sobre la piel de mi tatuaje.
— Te amo idiota —digo y beso su pecho.
— Te amo, tonta —responde él y quedamos en un silencio reconfortante, solo nosotros, mi idiota y yo, feliz y complacida de tenerlo.
Nota de la Autora:
Dejaré este capítulo por aquí y me voy sin esperar sus comentarios, pero los voy a leer.
Los quiere, besos,
LORI.
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Seguimos en Guerra
Novela JuvenilSinopsis: Luego de la separación de Jey y Ani cada uno siguió con su vida, fingiendo que todo está bien, claro, que después de todo "estoy bien" es la mentira más usada. Pero el destino aún les tiene guardado una sorpresa a ambos. La vida se la jugó...