[Celos al pilpil]

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«Has recibido un par de mensajes», dijo. Me sentí pequeña entre sus brazos pero grande en mi interior. Pensar en Fernando y en mí le volvía loco de celos.

Entramos en la cocina y me subió a la mesa. Me sentí acalorada cuando empezó a morderme los pechos por encima de la tela de mi top. Me olvidé de que estaba en la casa de mi padre y le abrí el vaquero para tocarle.

Me desabrochó el pantalón y me lo quitó rápido. Después, la ropa interior.

«¡Ay!», la mesa estaba fría. No se dio cuenta de mi tatuaje.

¡Estaba ciego de deseo! Sentí su respiración agitada mientras se hundía en mi interior. Me levantó y me apoyó contra el frigorífico. ¡De nuevo el frío!

Empezó a besarme desesperado mientras se apretaba contra mí una y otra vez. ¡Quiero más!, pensé, y él me lo dio como si adivinara mis pensamientos.

Incapaz de moverme, le dejé hacer. Entraba y salía de mí provocándome un placer inmenso. Grité, pero en seguida me di cuenta y silencié mi placer.

¡Estábamos en la cocina de mi padre! Él volvió a entrar y salir con más fuerza unos minutos más, hasta que le escuché gruñir sin poder resistirse.

Se apoyó en mi hombro y, durante unos instantes, el frigorífico fue nuestro cómplice.

Pideme lo que quieras "Kamasutra"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora