Capítulo 19.

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No había hablado con Scott en dos días completos, solo sabía de él por Derek, y lo poco que sabía era que había tenido que patearle el trasero para tranquilizarlo. Que había llegado en medio de la noche mientras entre gritos exigía que lo liberara, que no le permitiría lastimarlo para uno de los planes malévolos de Peter. No le dejó explicar nada, por el contrario en cuánto Derek empezó a hablar se le había abalanzado encima sin contemplaciones.

El beta había llegado al loft con la ropa hecha girones, pero sin mayor daño. Trataron de seguir con su entrenamiento, pero entre lidiar con la situación de Scott y tolerar los comentarios impertinentes de Peter cada vez que Derek invadía el radio de 2 metros al rededor de Stiles que al alfa le parecían decentes. No le dio paciencia para sutilezas, el moreno acabó por estampar dramáticamente un contrato para alquilar un departamento en la mesa justo frente a Peter, quién miró el contrato, los miró a ellos y al fin asintió aceptando el contrato y recogió la poca dignidad que le quedaba abandonando el loft de inmediato. La tarde no acabó bien para ellos aún a pesar de la ausencia de Peter, dejaron el entrenamiento a medias y ordenaron comida china mientras veían un capítulo cualquiera de Érase una vez. Tal vez eso haya sido lo único que salió bien aquella tarde, pues tras admirar la cara de horror de Derek al terminar el capítulo, Stiles decidió que debían verla.

— Jamás te había visto hacer tantas muecas en mi vida. Créeme, soportaré cada instante.

Derek se resignó a que verían la serie al final, después de un amplio debate y una batalla campal de convencimiento. No estuvo tan mal, Stiles lo sobornó con dulces, con chocolates, palomitas dulces y saladas, además de una dosis vitalicia de soda. Descubrió que al chico le gustaban las maratones, y sentir que otros apreciaban su esfuerzo al organizarlas, así que aportó haciendo notar su fingida indiferencia y se felicitó internamente por ello en cuanto vió al humano iluminarse como farol de la alegría.

— ¿Qué pasa? — inquirió el humano después de un par de minutos de fingir que no sentía esa estremecedora mirada recorriéndole.

El lobo no respondió con palabras, solo se encogió de hombros antes de volver a enfocarse en lo que traía entre manos, que en ese momento no era mucho, una simple planta, que debía colocar devuelta en el maletín y fingir que hacía algo con ello. Stiles lo notó, pero prefirió no hacer ningún comentario al respecto, principalmente porque no estaba seguro de tener razón, de cierta forma temía estarse haciendo ideas e ilusiones donde no debía.

Eso le dijo su mente conscientez pero aún así sintió su pulso retumbarle las orejas, sus movimientos volverse torpes a su percepción y el calor subirle al rostro, mientras se volvía absolutamente consciente del ambiente y cada uno de sus propios movimientos. Un bufido de entre espanto y fastidio se atrapó entre sus labios apretados. Empezaba a sospechar que sus sentimientos por Derek podrían comenzar a tomar más seriedad de la que había supuesto.

En un inicio creyó que no habría problema, se convenció de que se había dejado llevar por el frenesí, demasiado embebido en sus hormonas y el atractivo peligroso, incluso salvaje, que el lobo desprendía. Sintió esa atracción desde la primera vez, el simplemente verlo le provocaba escalofríos, y a pesar de todo, creyó que no representaría problemas a futuro. Dios que ingenuo, ¿acaso no se conocía? Su mejor herramienta cuando quería hacer algo ignorando toda consecuencia era la negación.

Estaba jodido, jodido, jodido.

Ahora todo lo que él consideraba de segundo plano, pasaba a saltarle en la cara. Las bromas con doble sentido, el estar tan cómodos juntos, la facilidad con la que invadían el espacio personal del otro, las acciones consideradas de Derek, la forma en la que se tocaban. Le sensación cálida que le brotaba del pecho y parecía abrazar todo su cuerpo que no le era del todo desconocida, pero a la vez era totalmente nueva.

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