Capítulo 10

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La cita médica fue de las experiencias más largas, aterradoras y asfixiantes que jamás había vivido, fue realmente una horrible situación que deseaba no se repitiera jamás. Por fortuna terminó al cabo de un par de horas con exámenes de aquí para allá, juraba que había perdido todas las mesadas de toda su vida para ese momento, y es que todos esos exámenes eran caros, caros... Caros.

Muchos de los exámenes estarían listos para la noche, por fortuna, el que más le interesaba era de resultado inmediato, esperó lo más pacientemente posible a que los médicos hablaran, y casi se va de cabeza cuando los resultados fueron negativos, ni una sola anomalía en su cerebro, ni una. Los demás exámenes despejarían otras posibilidades pero por lo pronto ya sabía que no padecía la enfermedad de su madre, y de momento bastaba.

Ahora debería ir directo a buscar Scott y hablarle del extraño de risa tenebrosa, pero por lo que sabía no se encontraba en casa, entró al Jeep y fue directo a la escuela, debía estar entrenando.

Dejó el auto en el estacionamiento trasero, sería más conveniente para cuando arrastrara su agotado trasero desde la mansión Hale hasta su casa, lo cual debía añadir, era realmente pesado. La última vez que al lobo se lee fue la mano con lo intensivo de su entrenamiento había regresado a su casa bastante tarde despeinado, cansado, cubierto de tierra y sudor. Sabía que Derek tenía energía de sobra por su condición lupina y las exageradas cantidades de ejercicio que realizaba a diario, pero aún así no lograba entender cómo podía estar tan fresco cuando a él ya se le caían las piernas. A penas y había logrado ducharse sin quedar inconsciente. Había dormido durante 6 horas seguidas, un logro que seguramente habría apreciado más de no ser por el avasallante dolor que le carcomía cada nervio del cuerpo

Agitó la cabeza alejando los escabrosos pensamientos de su cabeza para hablar con Scott cuando llegó a los graderíos, no le tomó mucho tiempo, fue bastante rápido de hecho, le contó a Scott, Scott asumió que era la forma humana del alfa y que había que decírselo a Derek. Y ya.

Fue abrupto y una de esas ocasiones en las que deseaba con todo su ser golpear a su mejor amigo en la cara por minimizar a un ser sobrenatural psicótico por un estúpido entrenamiento.

Suspiró profundamente, pero ya no importaba, se lo diría a alguien con cerebro suficiente para enfrentar éste tipo de situación, solo debía ir al Jeep por su cuaderno de apuntes.

Tomó la manija de la puerta aún despotricando cuando sintió algo, desagradable y espeso en su mano, una arcada sacudió su cuerpo de la pura sensación. No quería mirar, Dios a saber que asquerosidad le habían echado a su pobre auto. Inhaló y exhaló para darse fuerza, entonces bajó cerró la puerta y miró su mano.

La expresión le cambió por completo en ese instante, eso no era solo una sustancia asquerosa en su auto, era mucho peor, era sangre. Soltó la puerta lentamente, tratando de respirar con suavidad para que el sonido de su respiración no bloqueara cualquier otro sonido, su cuerpo dió un fuerte sacudón al escuchar el silbato del entrenador y quiso gritar pero no sabía en que situación estaba y no quería dar a conocer su ubicación, si es que no la sabían ya.

— Scott — murmuró como pudo, casi sin producir sonido alguno, maldita sea él escuchaba los latidos de Alison de un extremo de la ciudad a otro, ¿por qué no lo escuchaba? — Por favor — intentó de nuevo. No funcionó.

Suspiró con el poco aire que podía, dió un paso hacia atrás y entonces cayó en cuenta de algo, ese sonido bajo sus pies era chapoteo, miró hacia abajo y sintió un tirón en el estómago que casi lo dobla hacia delante. Dió un par de pasos hacia atrás alejándose tan solo lo suficiente para mirar el panorama completo. Su auto sobre un enorme charco de sangre y, oh mi Dios, ¿eso era un corazón?

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