Capítulo 25

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Abrió los ojos sintiéndolos pesados, la cabeza embotada, estaba mareado y tenía un sabor patoso bastante desagradable en la boca. Trató de enfocarse, tenía un pitido constante en el oído y la mirada borrosa. Su mente parecía haberse quebrado, como si se disasociara lo necesario solo para recuperar la consciencia ya pasado el shock inicial. Se sentía extraño mirando el mural, una declaración de orgullo por parte de un homicida demente, común iba despertando el miedo volvía a aferrarse a su pecho, abriéndose paso en una respiración pesada y dolorosa.

— Lamento haberte asustado —murmuró la siniestra voz a sus espaldas haciéndolo respingar tratando de alejarse, pero paralizándolo en cuánto le puso una mano encima — Acepto que admirar obras como las mías puede resultar ligeramente perturbador, sobretodo, en tu posición, y por eso te ofrezco una sincera disculpa, arruiné todo el preparado que invertí en ti en unos segundos — afirmó a regañadientes, como si le pareciera inconcebible. Sin más con un pañuelo empezó a pasar un poco de agua por su rostro limpiando el camino de las lágrimas que había derramado y deseaba derramar en ese momento.

Una vez estuvo satisfecho se posó frente a él, era un hombre de mirada afable, con el cabello oscuro a pesar de unas cuántas canas que brillaban con la luz, tenía los ojos oscuros, y una sonrisa perfecta, puros dientes blancos en una hilera recta y correcta. De no ser por su presencia pesada, la falta constante de parpadeos y que en ese momento le sonreía como si estuviera por saltarle encima no podría creer que fuera su atacante.

Tomó su muñeca con delicadeza y la atrajo hasta su rostro, Stiles quiso llorar, jadeó y gimió aterrado viendo al hombre desfigurarse común acercaba sus grotescos colmillos hasta la extremidad del castaño, su piel se tornó una masa oscura maleable que parecía formar parte misma del vacío mientras sus ojos adquirían el pálido color sobrenatural que les correspondía.

Pegó sus labios, helados y rugosos, contra la piel suave del humano, aspiró con fuerza, bufando decepcionado al no sentir la esencia cómo correspondía, ya que lo único que no le había quitado al chico era justamente una pequeña cadena de oro, con un fin por supuesto.
Colocó una de sus infernales garras bajo la cadena, listo para tirar de ella con una risa soncarrona y deleitada, entonces sin más incrustó sus afilados colmillos en la deliciosa carne de su presa mientras tiraba con gran fuerza de la cadena arrancandola de su dueño.

Fue justo como lo imaginó, un impacto masivo de emociones. El grito de dolor absoluto, la esencia fuerte, llena del hedor del pánico y el magnífico, dulce, excitante sabor de la sangre cálida cayendo sobre su lengua y labios. Sorbió con gusto, gimiendo de placer mientras su pequeña guarida se llenaba de aquella particular fragancia y los alaridos de dolor de su exitosa cacería.

 Sorbió con gusto, gimiendo de placer mientras su pequeña guarida se llenaba de aquella particular fragancia y los alaridos de dolor de su exitosa cacería

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La búsqueda estaba siendo una mierda.

Scott parecía nunca haber tenido olfato en lo absoluto, y ya no le parecía descabellado creer que el wendigo había arrastrado a Stiles en varias direcciones que no parecían converger en ningún maldito punto. El alfa empezaba a perder el control sobre sí mismo, en lo profundo de su mente algo se estaba resquebrajando, cada vez era más difícil volverse humano, y cada vez que se convertía sus gruñidos eran más amenazantes, un vano intento de su propio instinto por no soltar los sentidos quejidos de dolor comunes en un lobo que pierde a su pareja ante un inminente peligro. Ni siquiera tuvo tiempo de procesar el hecho de que llevaba tiempo pensando en Stiles así, como su pareja, porque lo único en lo que podía pensar era en lo mucho que dolía perder el amor una vez más. Había perdido a su adorada familia, a sus hermanas, al tío tan ostentoso y desagradable que a pesar de todo apreciaba, a su madre, a su padre. Lo había perdido todo, y como si el destino se burlara de él ahora perdería a su pareja, el último bendito requicio de humanidad y esperanza que le quedaba.

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