Capítulo 12.

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Quince minutos después al fin se dignó a responder su teléfono, después de todo era difícil concentrarse con tanto ruido. Se sorprendió al escuchar la voz preocupada de su mejor amigo del otro lado de la línea. Por un segundo el pulso se le aceleró, había estado tan distraído con sus hormonas y lo bien que besaba Derek que no había pensado un solo segundo en el asesino, su padre.

— ¿Qué ocurre? ¿Está bien mi papá?¿Qué pasa? — inquirió empezando a agitarse, el lobo lo tomó con suma delicadeza de los hombros, acarició un poco sus brazos y espalda, y se habría fijado un poco más en sus agradables atenciones sino fuera porque el baboso de Scott tiene un jodido retraso mental. Le dices algo y demora una gran cantidad de tiempo en procesarlo, para luego hablar, era una reacción atrasada.

— Sí, sí, no quería asustarte, lo siento, ¿dónde estás? — quería matarlo, definitivamente lo haría, unas cuántas lechugas y todo estaría arreglado. Frotó su entrecejo fastidiado, miró a Derek haciéndole muecas al teléfono, rodó los ojos y bufó, indicándole que había sido una ridícula falsa alarma, Derek bufó también.

— En un almacén abandonado magreandome con Derek ¿por qué?— respondió tranquilamente limpiando una pequeña mancha de polvo en la quijada del lobo, quién lo miró con ojos bien abiertos y una mueca incrédula. Le guiñó un ojo coqueto y le dedicó una sonrisa ladina con el teléfono aún en su oreja.

— No eres gracioso — declaró Scott en medio de una risita medio divertida medio confundida — Necesito hablarte, de él justamente — miró a Derek, miró el teléfono, miró la mirada inquisitiva del lobo y miró su teléfono. Sonrió con fingida inocencia, consciente de que el lobo habría escuchado y accedió.

— Bien, paso a tu casa en 20 — terminó por responder resignado y asentó la llamada sin esperar una respuesta por su amigo, tan dramáticamente como en las películas.

— Tengo que irme — aclaró innecesariamente, su burbuja se había roto, ya no estaban comiéndose con entusiasmo y aunque le provocaba echarse hacia delante para seguir degustando al lobo no sabía si sería bien recibido.

Vió al moreno moverse a penas para dejarlo levantarse. No dijo nada tan solo le regaló una mirada intensa y significativa directo a sus ojos para luego deslizarla hacia sus pantalones. Siguió el recorrido en su propio cuerpo y casi se le cae el corazón al ver un bulto muy poco discreto en sus partes bajas. El lobo sonrió ferozmente antes de tomarlo por la nuca para darle un último y descolocador beso, se deshizo bajo el tacto, le permitió al lobo hacer lo que quería sin quejas y se sumergió en la dulce sensación del desenfreno de Derek. Se mordió el labio cuando se separaron, a la velocidad de la luz tomó su mochila y se cubrió con ella mientras con pasos torpes iniciaba su escapatoria bajo la mirada satisfecha del moreno.

— Sí, bueno, nos vemos luego. Me alegra que todo se haya aclarado — murmuró entre risas nerviosas mientras retrocedía hacia la puerta.

— Pasaré por ti mañana, ya sabes para enseñarte a usar las lechugas radioactivas — respondió el moreno con la burla brillando en cada palabra — Y dado que viniste en mí auto creo que tu escapatoria tendrá que esperar.

Era cierto, carajo lo olvidó, sonrió levemente como quién no quiere la cosa dirigiéndose al auto.

— En ese caso, podría fingir que no te conozco en todo el camino, como en un taxi — sugirió aprovechando para correr al auto y sentarse bien cubierto.

— No sabía que te iba el juego de roles — burló Derek, Stiles abrió los ojos espantado antes de cubrirse la cara con las manos huyendo de la carcajada del lobo.

Tal y como lo acordó llegó veinte minutos después, ya relajado y sin rastro alguno de los hechos previos, porque ojos que no ven, corazón que no siente, su cuerpo ya parecía haber superado los estragos de su encuentro con Derek, a pesar de que cuando lo dejó a unas cuadras de la casa de Scott pudo robarle un beso previo a huir.

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