Capítulo 2

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Caminó firmemente hacia la puerta y se introdujo en la mansión mientras aún le parecía buena idea hablar con el animal rabioso que la habitaba. Avanzó a pasos lentos, alterandose con el más mínimo crujido de la madera, suspiró cuando una tabla de las escaleras chirrió especialmente fuerte y casi lo hace salir corriendo. Claro que todo temor, ansiedad o estrés desapareció de inmediato en cuanto se adentró por completo en las ruinas que conformaban el lugar y encontró a Derek.

Sabía que el lobo tenía un buen cuerpo pero no sé había parado a pensar en que tanto, y vaya que esa debía ser la clara definición de mantenerse en forma; hombros y espalda ancha, caderas bien definidas, un abdomen digno del dios de la guerra, y brazos definitivamente bien trabajados que se lucían a la perfección mientras hacía flexiones colgado del marco de una de las puertas de la casa, sus movimientos fluidos de arriba hacia abajo. Sintió una clara envidia al comparar a tremendo dios griego con su cuerpo flojo y débil, a pesar de que entraba un deporte. Tal vez tuviera que ver con que era un lobo y podía hacer más cansandose menos. Tranquilamente podía ser un asesino serial, no dudaba que pudiera colgarse al hombro a tres víctimas a la vez y seguir viéndose bien.

¿Contaba como pensamiento gay si pensaba en cómo se sentirían esos músculos bajos sus dedos? Bah, solo era curiosidad, nada preocupante, claro si decidía obviar el hecho de que hace poco esos músculos habían estado en una prisión y que inconscientemente lo había comparado con Hannibal en su mente.

La curiosidad se desvaneció con ese simple pensamiento.

— ¿Ya dejo de fingir que no estás ahí o también quieres que baile? Nunca lo he intentado pero seguramente se me da bien — murmuró el lobo con esfuerzo sin detener sus flexiones.

El humano rodó los ojos con fastidio, si el era el asesino serial, en definitiva arruinaría la reputación del gremio. Y hasta ese momento, notó que en su lapsus de celos, envidia y... curiosidad, se había quedado mirando ese escultural cuerpo demasiado tiempo sin haber dicho una sola palabra. Negó con la cabeza mirándolo altivo. Aún se sentía intimidado por lo que había pasado en la comisaría, pero no le prestó atención, al fin y al cabo su cerebro lleno de anfetaminas no lograba retener mucho, y más allá de sentir el miedo que debería o el remordimiento que le convenía, se mostró desinteresado y molesto. Cruzado bien de brazos para ocultar su temor y mirando al lobo como si tuviera un mono en la cabeza en lugar del cuerpo más sensual de todo Beacon, respondió la pulla con fastidio.

— Eres un creído, solo divagaba sobre su gen exhibicionista, desde que Scott es un hombre lobo también se pasea por el mundo semidesnudo. Ten un poco de pudor y vístete — demandó sintiendo sus mejillas levemente coloradas. Admitía que Derek estaba bueno y él no era ciego, naturalmente si lo miraba así le temblarían las piernas, a cualquiera, pero la verdad el lobo no era su tipo, era demasiado agresivo, inexpresivo, creído, peligrosamente atractivo... Con una acusación penal trató de recordarse cuando sus pensamientos se desviaron. Tenía que redefinir su tipo, aunque jamás lo había pensado bien tratándose de hombres.

Derek le iba bien como prototipo.

— ¿En serio te molesta? ¿Estás seguro? Estás oportunidades se dan solo una vez — insistió el lobo con una ceja arqueada pretendiendo jugar un poco con su paciencia, se soltó del bordillo cayendo con gracia en el suelo, no fue un movimiento precisamente elegante, pero sí fue muy masculino.

Algún día el también tendría bíceps que presumir, algún día.

— No hablo contigo hasta que traigas camiseta — insistió el humano mirando en dirección contraria, paseando su vista por cada objeto que se le posara en frente a excepción de Derek, sintió como se posaba a sus espaldas muy cerca aún sin camiseta riendo con burla, una vez más le ignoró épicamente logrando que el lobo por fin se pusiera la camiseta. Suspiró aliviado y se dió la vuelta en cuanto estuvo seguro de que podían hablar con calma.

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