Capítulo 27.

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— ¡Mieczyslaw Stilinski! ¡A la cocina! — la orden del sheriff fue clara y tan contundente que hasta los vecinos lo escucharon. No acostumbraban a oír esa extraña palabra polaca y no estaban seguros de si era o no un insulto, lo que sí sabían era que significaba que el castaño estaba bien jodido.

Y lo estaba, por Dios que sí, el humano lo supo desde el exacto momento en el que vió a su padre aparecer por la puerta, blanco como el papel y con los ojos tan abiertos que se le caerían.

No lo culpaba, probablemente si él viera a su hijo muy campante en plena sesión de besuqueo intenso con un ser sobrenatural que para variar le llevaba unos años, también entraría en pánico.

No fue capaz de moverse hasta que el sheriff todavía medio ido tomó sus llaves y regresó por dónde vino, antes de proferir el grito que los puso en movimiento otra vez. Empujó a Derek y se lanzó hacia un lado con las manos en la cabeza.

— Santo Dios estamos tan tan muertos, tú estás muerto, vete, huye trépate al techo — ordenó caminando de un lado al otro a través de su habitación, negándose a caminar a la cocina. Sabiendo que su muerte le esperaba en la primera planta de su propia casa.

— Stiles, tranquilízate no pasará nada malo solo ve con tu padre y ...— el discurso emotivo de apoyo puro que Derek le estaba dedicando se vió interceptado por un segundo gran grito.

— ¡Y trae el peludo trasero de tu "amiguito" contigo! — fue la orden.

— Sí, bueno, a lo mejor tenías razón, tendré que mudarme por un par de semanas a Cuba, regresaré bajo otra identidad para los dos — aseguró encaminándose a la ventana a paso decidido. No moriría por armas que él mismo sugirió, oh no, no, no.

Habían terminado en esa situación por un sincero accidente. Todo debido a las malas costumbres del sheriff por olvidar las llaves de su auto en cualquier lugar de la casa donde las asentara y entrar en habitaciones ajenas sin anunciarse.

Y bueno, eso nunca había sido un problema hasta entonces, pero es que el lobo ya prácticamente vivía ahí sin que el dueño de casa lo supiera, Stiles no dormía solo, así que lo hacían por su salud, tanto física como mental, aunque no creían que el sheriff fuera a comprenderlo, cuando ni sabía que salían. Según él, Derek solo era un extraño amigo que se había acercado a su hijo para protegerlo, así que le agradaba y si lo veía en casa no dudaba en invitarlo a cenar. Ahora que lo pensaba Stiles podría tranquilamente haber fingido que era un amigo como Scott, y que se quedaba a dormir en el suelo. Bah, no, eso nunca se lo hubieran creído, hacia falta ver en las condiciones en las que Derek comúnmente dormía para saber que es capaz de dormir hasta en una silla chueca.

La cosa es que Stiles necesitaba a alguien en la casa durante la noche, no era posible para él dormir de otra manera. Y no podía (ni quería) echar a Derek de su lado apenas aparecía el sol, así que dormían juntos, desayunaban juntos y el lobo lo llevaba a la escuela en su auto. Ya hasta tenían una rutina que ejecutaban religiosamente y para no levantar sospechas, cuando Derek se bañaba él lo aguardaba sentado sobre el váter, jugando con su teléfono, se mojaba un poco el cabello y voilá, era como si él mismo estuviera bañándose. Aunque tampoco era como que fuera una cosa de todos los días, la mayoría, pero no todos. El lobo incluso ya se había acostumbrado a anticipar la llegada del mayor y ya no había necesidad de que el castaño pusiera a prueba sus dotes curativos tirándolo de la cama o lanzándolo por la ventana, ahora simplemente y por voluntad propia se metía bajo la cama o se trepaba al techo en lo que el hombre se despedía de su hijo. El desayuno lo tenían cubierto, Noah nunca pasaba en casa tiempo suficiente en las mañanas como para presentarles un problema.

Fue por eso que esa mañana tras escuchar claramente la puerta cerrarse, no consideraron confirmar que el sheriff encendiera su auto, ya creían conocer su rutina, Stiles además se había quitado su cadenita embebiendo al lobo con su aroma, costumbre que empezaba a sentir en extremo placentera y satisfactoria. Rió entre besos cuando Derek gruñó por golpearse la pierna contra su escritorio en un fallido intento por pegar más sus cuerpos, por su parte, Stiles se colgó de su cuello solo con un brazo, el otro aunque estaba mejor aún le dolía si le ponía presión, y dado lo fuerte que se estaba aferrando al lobo, no sería una buena idea. En eso se encontraban, el lobo besando con singular alegría el punto más concentrado de su aroma mientras el castaño suspiraba, cuando al sheriff se le dió por aparecer. Cortó el momento de golpe, juraban que hasta habían escuchado su romántica escena quebrarse como vidrio con un fuerte golpe.

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