Capítulo 22.

774 89 11
                                    

Trató de contactarse con Derek varias veces más entre la mañana y la tarde, una parte de él se preocupaba por verse acosador o molesto, pero una con mucho más peso le decía que Derek nunca lo dejaría en ascuas durante tanto tiempo a simple voluntad. Tenía el horrible presentimiento de que estaban en peligro, no dejaba de tintinearle en el oído, con sonidos largos y apabullantes, en cierto punto su cabeza empezó a punzar a causa del desagradable sonido. Negó con la cabeza tras un largo rato tirado sobre su escritorio mirando el celular, ese día era el baile y ya que Lydia lo había invitado tan amablemente no podía más que ducharse y ponerse presentable. No es como si secretamente planeara usar la oportunidad para preguntarle a Scott por el beta, para nada.

Una aspirina y una ducha después el dolor ya no estaba, aunque la sensación permanecía neciamente. Se alistó para el baile, en el fondo se sentía alegre y emocionado por aquella noche a pesar de todo. Si tenía suerte incluso podría arreglar las cosas con Scott y hacer amistad con Lydia en combo. Era cierto que ya no se sentía enamorado al verla, pero aún le guardaba mucha admiración y cierto cariño por la imagen que guardaba de ella.

En eso pensaba cuando de la nada un rítmico y fuerte instrumental se dejó escuchar, era su teléfono. Tenía una llamada y casi se mata en su desesperado intento por agarrar el aparatejo, pero lo logró al final, y aún así en vano. Gimió frustrado al ver que no era más que una llamada de Jackson para advertirle que Danny llevaría a su novio de sopresa para que lo conocieran.

- Si es sorpresa ¿por qué me lo cuentas? - cuestionó un rato después de escuchar atentamente el cordial anuncio.

- Porque cuando te agarran desprevenido tu mente libera todo tu potencial para la estupidez y no quiero que acabes haciéndonos un recuento sobre lubricante o algo que ponga a nuestros gays incómodos - explicó fastidiado, como si no supiera porqué se tomaba la molestia. Su primer impulso fue poner los ojos en blanco, aunque algo llamo su atención, algo en la respiración de Jackson y su forma de hablar. Sonaba algo cansado, hasta desorientado. Quiso preguntar, pero lo dejó para después, de todas formas dudaba conseguir respuesta.

- Jackson la desconfianza me ofende - acabó por declarar indignado mientras deambulaba por la casa buscando su billetera y las llaves de su Jeep.

- Irás al baile con mi ex-novia - le recordó tranquilo. Se frenó a la mitad de su camino sintiéndose atrapado, sonrió inocente aún a pesar de saberse solo y rió bajito.

- Y por eso digo que tienes toda la razón, muchas gracias por prevenirme -- arregló reanudando marcha.

- No te preocupes Stilinski, para eso existo, para proteger a la raza humana de especímenes con tu grado de estupidez - alegó orgulloso.

- Te voy a colgar.

- El teléfono o de un balcón - cuestionó con aire interesado.

- Lo dejaré a tu imaginación, aunque te advierto que últimamente Hanibal y El silencio de los inocentes han sido mi principal fuente de entretenimiento - mintió, le fascinaban esas películas pero ahora que sabía como se sentía ser Clarice ya no era tan divertido.

- Tiemblo - declaró burlón. Quedaron en verse en el baile, aunque sea un rato reunirse los tres y tomarse una de las odiosas fotografías de rigor. Jackson aseguraba que únicamente para documentar su primera interacción con un fenómeno. No dudó en insultarlo antes de cortar la llamada.

Revisó una última vez su buzón de llamadas y salió en busca de Lydia.

Un par de horas después no creía su suerte. Si bien en un inicio su intrépida pareja había hecho gala de sus nada despreciables dones de odiocidad al final había acabado accediendo a bailar con él y disfrutar de la fiesta. Se habían topado con Danny y su novio, se saludaron y conversaron un rato en el que su nuevo pelinegro amigo aprovechó para increparle el estar con la pelirroja y no con su hombre misterioso, momento que evadió magistralmente sacándole en cara que hace una semana el novio de Danny había sido otro. No necesitaba a nadie para recordarle que ya eran 36 horas con 54 minutos y 16 segundos desde la última vez que supo de Derek.

TrustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora