Condena

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Duesseldorf, 1941

Todavía recuerdo el día en que mis padres me presentaron a mi hermano Ike, era de origen polaco y su familia murió en un atentado. Mi madre decidió adoptarlo cuando él aún era muy pequeño, creo que ni siquiera tenía un año de edad y aunque al principio me negué a verlo como parte de mi familia, mi mamá me hizo entender que el cariño no es cuestión de sangre, sino de convivencias y sentimientos.

Puedo asegurar que, sin importar lo exigente que ella fuera conmigo, siempre logró transmitirme las mejores enseñanzas, abogando por la justicia en una sociedad cerrada. Ella solía luchar por causas a las que nadie les prestaba atención como los derechos de las mujeres, los animales, estaba en contra de la esclavitud y cosas por el estilo. Siempre me dijo que debía sentirme orgulloso de mis raíces judías y, sobre todo, que jamás debía permitir que la gente tratara de pasar por encima de mí. Creo que de todas las lecciones que me dio, para mí esta fue la más importante porque marcaría uno de los rasgos más notorios de mi personalidad.

Supongo que por eso podía describirme como un chico seguro de mí mismo y de lo que quería. La verdad era que difícilmente me dejaba intimidar por otros y sin importar la posición en la que estuviera, mi madre me educó para jamás bajar la mirada frente a nadie. Emiliano Zapata dijo una vez "prefiero morir de pie, que vivir de rodillas" y esta frase que adopté como guía en mi vida, sería la principal razón de aquello por lo que los alemanes más me odiarían.

Podría decirse que mi condena comenzó desde el día en que llegué a la casa de Eric Cartman justo después de que descubrieran nuestro escondite debajo de la fábrica textil. A estas alturas, no me sorprendió darme cuenta que ese hijo de perra manejara su propio campo de concentración en donde los reclusos construían caminos y líneas ferroviarias para conectar una ciudad con otra. Y precisamente allí habían llevado a mi padre y hermano junto con Tolkien para que fueran parte de la mano de obra del trabajo duro.

Admito que yo envidiaba su posición y tal vez cualquiera podría pensar que ser un sirviente y no tener que sufrir el trato inhumano del campo era mil veces mejor, pero sin duda, yo no lo veía de la misma manera, pues ser esclavo de Cartman era la peor de las humillaciones que me pudiesen llegar a ocurrir.

Aún recuerdo las palabras que el maldito culón me dedicó el día en que finalmente puse un pie en su casa— tu padre y tu hermano están en mi campo de concentración —soltó con sorna a modo de amenaza— si no haces lo que te digo, los torturaré sin falta tres veces al día y no te preocupes, no los dejaré morir, la muerte en estos tiempos es un acto de misericordia para tu gente y eso se lo dejaremos a los buenos —pronunció mientras caminaba a mi alrededor sabiendo que Kenny y el otro chico rubio estaban presentes, estaba seguro de que él quería que ellos lo escucharan para que no se atrevieran a ayudarme— ¿tú crees que soy bueno, Kyle?

—Eres asqueroso...

Ya esperaba el golpe en la cara que me dio luego de aquello, aunque jamás consideré que tuviese tanta fuerza. Cuando giré mis ojos a su persona dispuesto a devolvérselo con más fuerza, Cartman tronó los dedos frente a mis ojos y Kenny se puso entre nosotros a modo de escudo sin decir nada, aunque su mirada me suplicaba que no insistiera porque él no tendría el valor de lastimarme.

—La cosa está así, Kyle —me dijo mientras retomaba sus pasos en torno a mí— si tú no haces lo que te digo, Kenny te golpeará por mí... después de que yo lo haga, por supuesto y tu familia pagará el triple del castigo que yo te imponga —fijó sus ojos ambarinos en los míos y luego se relamió los labios con lascivia— ¿está claro? —lo pensé con detenimiento y apreté los labios por inercia, ahogando en mi interior una serie de sandeces que se comenzaban a formular en mi boca. A estas alturas y en la posición en la que me encontraba, ¿qué más podía hacer yo? No solamente era a mí al que perjudicaría con sus malditos abusos, incluso Kenny terminaría lastimado emocionalmente si yo me negaba a seguir sus órdenes, eso sin mencionar la amenaza latente hacia mi familia y después de lo ocurrido con mi madre no hacía ni una semana, ya no quería que nadie más resultara herido por mi culpa, jamás me perdonaría su fatal destino por mi arrogancia y estaba seguro de que aquello me perseguiría para el resto de la eternidad— ¿está claro, Kyle?

Siempre a tu lado... 💖Style💖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora