Capítulo 4

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—Va a ser una casa magnífica, Keanu —señaló River.

Inexplicablemente, River sintió cómo se le llenaban los ojos de lágrimas y se frotó la nariz con la palma de la mano. Desde que tenía memoria, Keanu había deseado tener una casa como esa. Al emprender la carrera de arquitectura nunca había perdido de vista la meta de construir su propia casa desde los cimientos, con sus propias manos. Una idea extrañamente constante en un hombre tan inconstante como él. River se preguntó si Keanu era consciente de la contradicción que suponía una casa propia frente a su naturaleza, más proclive a saltar de flor en flor.

Pese a que Keanu admiraba el exacerbado detallismo de las casas victorianas, había explicado a River que necesitaba las líneas puras de la arquitectura moderna para purificar su gusto. River no tardó en descubrir el ventanal sobre la bahía que presidía el salón. Era el tipo de ventana que el rubio le había sugerido una lluviosa noche de invierno mientras discutían sobre el plano inicial de la casa años atrás. River no creía que Keanu tuviera la menor sospecha de la cantidad de sueños que él había asociado con esa casa. Notó el sonido de la gravilla bajo las botas de Keanu, que llegó a su altura y apoyó las manos sobre sus hombros. Se quedaron callados un momento mientras contemplaban la ligera inclinación de la casa. River era dolorosamente consciente de la presencia de Keanu a su espalda. Podía sentir la presión individualizada de cada uno de sus dedos y el calor de su cuerpo que, como un escudo, la amparaba del viento que soplaba con fuerza. El aire traía el olor de la sal y de la madera húmeda. Pero sobre todo llegaba a sus sentidos el olor del cuero que desprendía la cazadora de Keanu en contacto con el sol.

La cercanía de sus cuerpos en el viaje ya le había producido un nudo en la boca del estómago. River necesitaba un poco de distancia entre ellos para recuperarse. Dio un paso hacia delante y sonrió a Keanu por encima del hombro.

—Vamos a pasear. Prefiero ir andando lo que queda para impregnarme del ambiente.

Keanu hizo una mueca de disgusto y River sonrió. Sabía que Keanu prefería ir en moto antes que caminar, sentarse antes que quedarse de pie y llamar ante que escribir.

—El ejercicio es muy sano —insistió Phoenix—. No creo que haya más de medio kilómetro.

—Llevo botas de montar —dijo Keanu—. No están hechas para caminar. Tengo que reservar toda mi energía para controlarlos a ti y a Jonathan.

—Está bien —asintió River—. Yo iré a pie y tú puedes ir en moto. Será interesante verte cuando cumplas cuarenta años. Estarás debilucho, entrado en kilos y enfermo, además. Pero no te apures. No serás el primer hombre en llevar faja.

Keanu suspiró, quitó la pata de cabra con el tobillo y empezó a empujar la moto. Caminaba detrás de River.

—Voy al gimnasio cuatro veces a la semana.

—Sí —rió River—, pero solo vas a buscar mujeres.

La indolencia casi bíblica de Keanu había sido motivo de burla en su familia toda la vida. Sin embargo, River había podido comprobar, a lo largo del trayecto, la firmeza de los músculos abdominales de Keanu. Y la fuerza de sus muslos, preparados para la tensión, antes de cada curva. De hecho, no podía decir que hubiera un solo músculo fláccido en su metro noventa de altura.

—Cumplo con mi deber —dijo Keanu—. Puedo hacer lo que me venga en gana.

Quizá pudiera dar la impresión de ser perezoso y vago, pero no se dejaba llevar en el apartado amoroso. River lo había visto en acción. Muchas mujeres, pese a conocer su punto de vista acerca del matrimonio, lo habían deseado. Pero River no quería obsesionarse con aquello todo el día. Estaban solos en un paraje idílico y era un precioso día de primavera. Y él estaba dispuesto a disfrutar de cada segundo. A lo largo del paisaje se entremezclaban los matojos, las zarzas y los campos de olivos. Y, entre medias, se elevaban los troncos firmes de los robles, los cipreses y los pinos. No había una sola casa en los alrededores. Tan solo se escuchaba la brisa del mar y el zumbido de los insectos.

My Own Private RiverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora