Capítulo 9

92 10 4
                                    

—Atinas la fragilidad con esa increíble melena rubia. Un hombre tendría que estar ciego, sordo y mudo para no quererte en su ca... en su vida. Reúnes el lote completo, Riv. Van a caer a tus pies como fruta madura. Y yo solo quiero que el premio gordo sea para alguien que lo merezca. Estaré a tu lado y te protegeré de los tibuJonathanes hasta que tomes una decisión. Asi que,no lo olvides.

Era alucinante escuchar de su boca aquellas afirmaciones. A lo largo de los años nunca se había fijado en su aspecto físico. Conocía las preferencias de Keanu porque había analizado a muchas de sus citas. Mujeres pequeñas, rubias o pelirrojas. En ningún caso hombres rubios. Por eso le resultaba extraño acaparar ahora toda la atención de Keanu a tan poca distancia uno del otro.

—No necesito que me protejas, Keanu. Agradezco tu ofrecimiento, pero la idea de tener una docena de hombres intentando llevarme a la cama me resulta muy tentadora —sonrió con malicia—. Me gusta la idea de quitarme de encima los moscardones por mí mismo, sin ayuda de nadie.

—¿Vas a obligarme a imponerte un toque de queda?

—Puedes intentarlo —sonrió con ternura—. Pero me parece que la gente está acostumbrada a mantener relaciones sexuales a cualquier hora del día, ¿no?

—Ellos, quizá. Pero tú, no. No eres la clase de persona que se va a la cama con el primer hombre que le suelta dos lindezas.

—¿No lo soy? —contestó él rubio,curioso—. ¿Y entonces por qué me preguntaste si había un hombre en la cama ayer por la noche?

—Tenía que preguntarlo —frunció el ceño, molesto—. Pero eso no significa que... Riv, has esperado veinticinco años para entregar tu virginidad. Te conozco. Tendrías que estar locamente enamorado del hombre en cuestión. Y eso lleva mucho tiempo, años.

—¿Años?

—Sí, ¡maldita sea! Años —terminó el café y dejó la taza sobre la mesa—. Buscas algo más que la simple copulación animal, que la lujuria. Buscas amor, respeto y comprensión. Alguien que te comprenda y que te complete.

Hablaba con tanta seriedad que River se vio obligado a sonreír.

—¿No puedo probar la cópula animal antes?

—¡River!

—Quizá Jonathan y tú están en el buen camino. Quizá debería divertirme un poco antes de sentar la cabeza.

—¿Cómo nosotros? ¿Quieres ser un jugador? —elevó el tono de su voz—. ¿Quieres llevar una vida frívola y vacía? ¿Una existencia sin perspectivas?

—¿Y por qué no? A ti te va bien. Creo que seré un chico alegre una temporada —dijo con alegría—Es una gran idea, Keanu.

—Ya eres todo un hombre —dijo Keanu, molesto por haber sugerido la idea.

—Entonces seré un hombre alegre —aceptó el rubio—. Tú te citas con ellas.

—Y tú estás tan cerca de parecerte a ellas como bambi de Calígula —dijo y de pronto creyó entender—. ¡Aja! Solo intentas enturbiar nuestro acuerdo.

—Solo he pensado que, mientras busco un marido, podría divertirme un poco, vivir al límite. Un chico salvaje, desinhibido, adicto al sexo. En la variedad...

—Por encima de mi cadáver—sentenció Keanu.

—Eso es un poco drástico, ¿no crees? A lo mejor quieres que me ponga un cinturón de castidad —añadió y levantó la mano—. Solo bromeaba. ¿Podemos hablar de otra cosa?

Se levantó y abrió la puerta del horno.

—¿Te referías a auténtica comida? —preguntó River.

—¿Sacas a relucir en la conversación el tema del sexo indiscriminado y ahora quieres comer? —preguntó anonadado.

My Own Private RiverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora