Capítulo 14

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Era la noche siguiente al beso.

River se acurrucó entre los cojines en el sofá de Jonathan y no prestó atención a la película que estaban viendo. Cerró los ojos y recordó la expresión de Keanu después de que lo hubiera besado. No había sido capaz de interpretar su mirada. Veinticuatro horas después de aquel beso todavía podía sentir la emoción en su corazón. Deseó poder encerrar esa maravillosa sensación en un tarro y salir a la noche para sentirla más próxima. Nunca antes había sentido una mezcla tan especial de paz y excitación.

Había sentido que había encontrado su verdadero hogar. Desgraciadamente, Keanu había recordado nada más besarlo que tenía una cita y habían regresado al puerto. Jonathan había protestado porque Keanu había insistido en que encendiera los motores en lugar de navegar con el viento en las velas. Keanu había corrido al apartamento, se había duchado, se había cambiado y se había vuelto a marchar como alma que llevara el diablo. River había mentido y se había inventado una cita. Después había pasado varias horas en un cine, sin prestar atención a la película que programaban, con la vista puesta en la nuca de un hombre que le recordaba a Keanu.

Pese a no haber podido conciliar el sueño, no había oído la puerta en toda la noche. Pero por la mañana lo había encontrado profundamente dormido en el sofá.

River se llevó la mano a los labios. Era extraño, pero no sentía nada especial. Sin embargo, cuando Keanu lo había besado algo se había despertado en su interior y se había sentido como la Bella Durmiente al ser besada por el príncipe. Y había comprendido que no había conocido el verdadero amor hasta ese momento. Había estado tan ciego ante la exuberante masculinidad de Keanu Reeves que no había notado cómo caía de cabeza en las profundidades del amor eterno.

Se había prometido que se daría una oportunidad para averiguar si lo que estaba sintiendo era recíproco. Pero era realista y sabía que Keanu nunca sentaría la cabeza. ¿Qué ocurriría si alcanzaba su ansiado sueño? ¿Podría desaparecer cuando todo hubiera terminado? Ese pensamiento la asustó.

Pero la alternativa era todavía más dolorosa e implicaba llevar una vida vacía e incompleta. Preferiría vivir un idilio breve con Keanu que renunciar a él. River se abrazó a un cojín. Las dudas y los temores no la dejaban vivir. Estaba seguro de que Keanu habría tenido una buena razón para abandonarlo la noche anterior. En todo caso, había actuado con más clase que cuando la echó nueve años atrás. River se asustó al pensar que quizá estaba causando un daño irreparable en su relación. Quizá debería dejar las cosas como estaban. Sabía que le importaba a Keanu. Podría conformarse con eso. La avaricia no era buena consejera.

—¿Jonathan?

—¿Quieres analizar el beso? —preguntó con una sonrisa y le quitó el sonido al televisor.

—Está bien —accedió.

—¿Tienes miedo?

—Tengo la boca seca —dijo River—. Anoche desapareció como un rayo. ¿Cómo estaba en el trabajo esta mañana?

—Yo diría que estaba frenético —sonrió y mostró su hoyuelo—. Ayer estuviste soberbio, principe. Puedes creerme. Desde luego ha mordido el anzuelo, pero tienes que ser fuerte para que no se escape.

—Estoy aterrorizado —admitió—. No quiero forzarlo. Solo deseo...

—... que te quiera tanto como tú lo quieres a él —y le dedicó una mirada comprensiva—. Keanu es duro de pelar, ya lo sabes. Posee un agudo instinto de protección.

—No quiero que se sienta obligado a nada.

—No puede evitar sentir ciertas obligaciones con respecto a ti, River. En el fondo es casi tu única familia. Y no es propio de Keanu renegar de su palabra.

My Own Private RiverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora