—Y entonces llegó su decimoséptimo cumpleaños —dijo Jonathan mientras daba otro bocado a su sándwich y evitaba que una gota cayera sobre su bota.
—No quiero hablar de eso, Jonathan—dijo Keanu con tono sombrío.
—Tú lo besaste y él vomitó —continuó Jonathan ajeno a la amenaza—. Fin de la historia. Ahora está muy crecido y dudo que vomite si un hombre lo besa, pero ¿quién sabe? ¿Por qué arriesgarte a juntarlo con un amigo? Seguro que lo entiende si le dices que se largue. Al fin y al cabo, así ha sido siempre. Todo el mundo en su vida ha terminado por abandonarlo de un modo u otro. ¿Por qué tendrías que ser diferente?
Keanu cerró los ojos. Jonathan solo conocía parte de la historia. La realidad era que aquella noche había permitido que su pasión se desbordase y había asustado a River. El rubio había necesitado un hermano y se había encontrado un pulpo baboso demasiado fogoso para él. Era normal que se hubiera sentido asqueado, decepcionado y avergonzado. Keanu miró a Jonathan, que parecía complacido con el recuerdo de aquel incidente y sonreía.
—Ya ha pasado tiempo más que suficiente para que haya recuperado la confianza en mí —señaló Keanu.
El dolor que le había causado a River en aquella ocasión todavía lo torturaba. Nunca habían hablado de aquella noche, pero el recuerdo acechaba como un fantasma del pasado. Había jurado que se convertiría en su hermano, su protector, su héroe. En otras palabras, sería para River lo que el rubio pidiera.
—Tengo mucho en qué pensar —dijo—. No quiero fastidiarlo esta vez.
Keanu tiró a la caja de cartón que usaban de papelera su bocadillo, todavía sin abrir. Tenía ganas de pasear, pero requería mucho esfuerzo. Se quedó apoyado sobre la encimera de la cocina.
—¿Has traído cerveza? —metió la mano en la nevera y sacó dos latas—. ¡Riv! Date prisa.
Tendió una lata a Jonathan. Esperó la respuesta de River, pero después de un segundo abrió la cerveza y bebió con avidez.
—Si quiere que lo ayude a encontrar marido, lo haré. Entre los dos seguro que conocemos a un centenar de posibles candidatos. No puede ser tan difícil.
—¿Quieres apostar? —preguntó Jonathan con la mirada en el techo—. ¿Compromiso o boda?
Buscó otro sándwich. Keanu entrecerró los ojos. Odiaba esa situación.
—Boda, supongo.
—Cuatro meses.
—Seis. ¿Qué apostamos?
—El que pierda beberá leche en mi zapatilla de gimnasia —propuso Jonathan.
—¡Esto es serio, Jonathan! —dijo Keanu—. Se trata de River.
—Entiendo. Una apuesta a lo grande —se frotó la barbilla—. Un viaje pagado para dos personas a Las Vegas.
Se dieron la mano y la apuesta quedó sellada.
—Estoy orgulloso de anunciar que la cisterna del baño principal funciona—dijo River a los presentes.
Tropezó al entrar en la cocina, se le doblaron las rodillas y se quedó sentado en el suelo tras un golpe sordo.
—La primera tarea de... —Keanu se paró en seco al volverse hacia al rubio desde la ventana—. Tienes un aspecto lamentable. ¿Qué ha ocurrido?
—Tu cuarto de baño me ha puesto enfermo.
Rápido como una centella, Keanu puso rodilla en tierra y le apartó el pelo de la cara.
—¿Hasta que punto te ha puesto enfermo? —preguntó preocupado.
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My Own Private River
Fanfiction𝕮𝖚𝖆𝖓𝖉𝖔 𝖚𝖓𝖆 𝖕𝖊𝖗𝖘𝖔𝖓𝖆 𝖖𝖚𝖊 𝖖𝖚𝖎𝖊𝖗𝖊𝖘 𝖙𝖊 𝖕𝖎𝖉𝖊 𝖆𝖑𝖌𝖔.... ¿𝕮ó𝖒𝖔 𝖕𝖚𝖊𝖉𝖊𝖘 𝖉𝖊𝖈𝖎𝖗𝖑𝖊 𝖖𝖚𝖊 𝖓𝖔? ►𝕬𝖉𝖆𝖕𝖙𝖆𝖈𝖎𝖔𝖓 𝖉𝖊 𝖚𝖓𝖆 𝖓𝖔𝖛𝖊𝖑𝖆 𝖗𝖔𝖒á𝖓𝖙𝖎𝖈𝖆 𝖔𝖗𝖎𝖌𝖎𝖓𝖆𝖑.◄