SAHARA CASTILLO
Los días se han pasado volando, cuando veo la fecha en el calendario ya es catorce de diciembre. ¿En qué momento se pasa el tiempo tan rápido?
Siempre con las obligaciones del día, las responsabilidades y demás cosas que creo que no he tenido un pequeño segundo para disfrutar el momento. No creo que nadie o muy pocos lo hacen, el tomarse un pequeño respiro, tal vez una media hora o quince minutos para conectarte consigo mismo y dar gracias por las cosas que se han logrado, visualizando hacia dónde se quiere llegar.
Tal vez son las fechas y la temporada de frío que me pone cursi. Pero cuando terminó mi última clase del año en la universidad me quedé recostada en mi cama y me puse a pensar en todo lo que he logrado en estos años y que no había podido dimensionar.
Tenía apenas dieciocho años cuando decí dejar mi casa para mudarme a la ciudad y aunque mis padres no estuvieran de acuerdo cuando me aventuré a abrirme un camino por mi cuenta. Pasé un año en donde vivía con un sueldo miserable que me dejaba ser mesera en un pop's cerca de la ciudad. Apenas podía conseguir para pagar un pequeño cuarto y alimentos.
Cuando logré entrar a Champions Company era una niña de diecinueve años que había podido superar a la larga lista de solicitantes gracias a que me han gustado los idiomas y sé más de cuatro. Fue como respirar aire fresco, pude pagarme la universidad también ,alquilar un apartamento e incluso abrir una cuenta de ahorro.
Pero no todo fue fácil, entre como la secretaria presidencial con un sueldo que jamás pensé que podría obtener desde un principio. Pero el precio fueron los malos tratos de Luna MacMillan, mi antigua jefa. No había día que no me gritara o que menospreciara mi trabajo a pesar de ser eficiente. Siempre amenazaba con dejarme sin sueldo por un mes si no hacía las cosas como ella quería.
Sabía que no me quejaría o denunciaría sus tratos porque conocía lo mucho que necesitaba el trabajo, el como el sueldo que gano no lo podría conseguir en otro lado y por eso siempre fui su juguete o lo fuimos... ya que todos tenemos demasiadas anécdotas de sus tratos ingratos hacía nosotros sus empleados.
Por eso tengo una aberración hacia ella y a su familia, secretamente disfrute su muerte. No me interesa lo mucho que se esfuerce su hijo por intentar caer bien o que me esté ayudando, nunca confiaré en un MacMillan, podría jurar que son el diablo encarnado y no pretendo ni quiero jugar con ese fuego.
Sigo desconfiando incluso ahora que Bill MacMillan esta frente a mi en su escritorio con una sonrisa que muchas podrían llamar encantadora. La hora laboral ha terminado y oficialmente estamos de vacaciones, me ha llamado para coordinar el viaje.
Le he dicho que le daré la dirección de la casa de mi madre y que llegue hasta ahí pero él ha estado empeñado en que vayamos «juntos» como pareja.
—Créeme qué será más rápido llegar en mi helicóptero hasta ahí —intenta seguir convenciéndome.
—Recuerda que en el trato está no alardear sobre su fortuna — por mucho que me gustaría viajar por aire y ver la cuidas desde arriba no dejaré que él sea quien me cumpla ese sueño.
—Solo quiero que el viaje sea seguro para ambos — dice confundido —. En carretera pueden pasar infinidad de accidentes y más ahora que empieza a nevar.
—Los aparatos voladores tampoco soy muy seguros.
—¿Aparatos voladores? —pregunta divertido. Y detesto cómo he empezado a obsesionarme con el hoyuelo que se le forma a la hora de sonreír — ¿Qué edad tienes? ¿Cien?
—No es gracioso señor MacMillan—murmuro —, digo Bill.
Desde que acepte llevarlo, Bill me ha hecho que lo llame por su nombre y no como Señor MacMillan porque eso sería raro en la casa de mi madre.
—Tienes razón, no eres para nada graciosa.
Quiero pegarle, hay que pegarle. Mi mente recrea muchos escenarios donde lo hago, entonces me calmo un poco.
—El punto es Bill, que me sentiría más cómoda que cada uno llegara por su cuenta —intento mantener la vista en sus ojos para que vea mi determinación y que no cederé en esto.
Un leve rubor se extiende sobre sus mejillas cuando no dejo de hacer contacto con él y asiente finalmente. Sí, gané.
———❆———❆———
Luego de una última llamada a mi madre termino de subir mis maletas al taxi y me siento en la parte de atrás donde veo como el chófer coloca villancicos. ¡Que alguien se apiade de mí! Toda esta alegría y ganas de hacer lo mismo cada maldito año me enferma.
Coloco mis audífonos para no tener que escuchar más cosas cursis de navidad, así que entro a spotify y le doy reproducir a "Me & my Girls de Selena Gomez ", rápidamente la música navideña me es bloqueada por un ritmo más placentero.
Son las cuatro de la tarde así que llegaré aproximadamente a las nueve con mi familia. Decidí irme mucho antes de lo que le había dicho a Bill, así podré llegar antes que él. Quiero abrazar a mi madre antes que él con su juguete volador llegue en menos tiempo.
Empiezo a cerrar mis ojos para descansar cuando me llega un mensaje que me hace querer gritar.
Bill: ¡No creas que no sé que te iras antes de lo acordado, Sahara! Así que decidí también viajar antes, veremos si te arrepientes de no volar conmigo en mi "aparato volador".
¡Que el de arriba lo agarre confesado porque lo mataré cuando lo vea!
Notita Navideña:
Gracias infinitas por leerme, espero les este gustando la histotia. ☻
Disculpen las faltas y errores, intento mejorar cada vez.
¿Qué les está pareciendo hasta el moemnto?
Hasta el próximo capítulo .♥
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UNA FALSA CITA PARA NAVIDAD
Teen FictionPara Sahara la navidad es consumismo. Para Bill navidad es sinónimo de redención. Dicen que los polos opuestos se atren pero, ¿podrá Sahara dejar el rencor a los MacMillan y darle una oportunidad? O tal vez la unión de ambos solo traerá catástrofe e...