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BILL MACMILLAN

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BILL MACMILLAN

Escucho como la puerta de la oficina se abre y veo la cabeza pelirroja de Sahara entrando a la oficina.

Desde que llegué está mañana ha estado más habladora de lo que nunca la he visto, hasta me saludo alegremente cuando vine y eso es... extraño.

En la hora del almuerzo me pidió hablar conmigo a la cuando fuera el momento de salida y eso me ha dejado intrigado todo el día. Veo el reloj y son las cinco en punto que es la hora de salida, siempre puntual señorita Castillo.

Acomoda su falda negra y se sienta frente mío. Desde que la conocí hace cuatro años —que es lo que ella ha estado trabajando el empresa—, he tenido una fascinación por ella. No diría que estoy enamorado de ella pero su personalidad me atrae como miel a las abejas.

—¿Qué necesitabas hablar, Sahara?

Sus manos se aprietan en su suéter y su boca forma una línea recta antes de contestar. Esta nerviosa y eso me pone nervioso a mí. Tal vez me pasé con la proposición que le hice, lo de ayudarla con su falsa cita. Tal vez este aquí porque quiera renunciar.

Desde ese día no he mencionado para no hacerlo incómodo pero no hay día que no me arrepienta de haberlo dicho. Solo me pareció una buena idea para no pasarla solo y de paso ayudarla. Tonto de mí.

— ¿Recuerda lo que me dijo sobre ayudarme con mi problema? — hace unas comillas con las manos cuando dice problema, adorable.

— ¿Sobre elegirme para ser tu novio falso en lugar de algún pervertido en Internet? Sí lo recuerdo, Sahara.

Su rostro se sonroja y mi corazón late fuerte, ella es tan linda que me encanta cuando la hago sonrojar, para bien y no tanto cuando lo hace porque está enojada conmigo. Mayormente cuando le pido que se quede dos horas extras en el trabajo, pero ¿A quién le gusta eso no?

—Recalco qué no lo conozco así que... ¿qué me garantiza que usted no es un pervertido también?

—Sahara, créeme que sé en donde y con quien ser un pervertido — su frente se frunce y pienso que tal vez no esperaba esa respuesta —. Pero estas a salvo conmigo, de eso no te preocupes.

Le guiño un ojo y hasta aquí puedo ver como su cabeza trabaja a mil por hora, debería callarme y dejar que ella hable lo que tenía que decir.

—Tal vez esto sea una mal idea —la escucho murmurar —. Venía a preguntar si la propuesta sigue en pie.

Lo último lo dice fuerte y claro, incluso se sienta derecha como si se tratara de un negocio importante. Puedo ver lo incomoda que está así que le ofrezco algo de beber antes de seguir pero lo rechaza y vuelve a hacer la misma pregunta.

—Sí, por supuesto.

Asiente y saca una carpeta envuelta de su bolsa de mano y me la entrega.

— ¿Qué es esto, Sahara? No recuerdo haberte pedido algo — pregunto confundido.

—No es sobre el trabajo. — me incita a abrir el paquete rectangular.

Condiciones a seguir:

1. No decir que es mi jefe, será presentado como el novio que conocí en linea.

2. No alardear sobre su fortuna.

3. Nada de besos en los labios.

4. No me acostaré con usted por motivo del pago de sus servicios.

5. No contarle a nadie sobre esto o lo que pasa en la intimidad de mi familia.


Cuando termino de leer la nota subo la mirada a donde esta sentada Sahara, quien está viendo a todos lados menos a donde estoy yo.

—Tienes un concepto aterrador sobre mí si hiciste esta lista pensando en que podría cobrarte de esa manera.

Intento sonar relajado pero en el fondo me escuece que piense que soy un idiota que le cobraría por esto, o peor que querría acostarme con ella por esto. Solo quiero ser su amigo.

—Bueno, nadie hace las cosas gratis y menos los hombres. —lanza una mirada de desconfianza hacía a mí.

—Te dije que lo ofrecí por querer ayudarte — fui claro con ella, no entiendo su desconfianza y miedo —. También para no pasar solo estas fechas.

—¿No sería mejor que la pasara con alguien en otro país? Total puede hacerlo, solo debe hacer unas llamadas. — cuando termina, el arrepentimiento viene a sus ojos y se disculpa por su arrebato, aunque no creo que se arrepienta de nada.

El odio y desprecio con lo que lo dice me hace arrugar la nariz con desagrado, siento que ella tiene algo contra mí y aún no sé qué he hecho para merecer su ira.

—Bueno señorita Castillo, déjeme decirle que mi propuesta está en pie — hablo con un tono de voz más firme —. Créame que no necesito nada a cambio, no le pediré nada de índole sexual o sentimental.

Sus ojos aún me ven con cautela mientras hablo.

—Bueno...

—Y en usted está tomarlo o no —la interrumpo —. Tampoco le voy a rogar para ayudarla. Así que decida ahora, que tengo cosas que hacer.

— Debo viajar el día quince —veo como traga con fuerza —. ¿Puede ese día?

No. Pero me las arreglaré.

—Claro. —contesto en cambio.

—Entonces está bien. Tiene el puesto.

—¿El puesto?

— El de ser mi novio por quince días. — dice sonriendo por primera vez desde que entró esta tarde.

—Es todo un privilegio haber conseguido la plaza. — respondo con una sonrisa estúpida en mi cara.

Y que la vida me ayude, solo necesito que caerle bien. Pero podría enamorarme de ella si no me cuido lo suficiente.


Notita Navideña:

Gracias infinitas por leerme, espero les este gustando la histotia. ☻

Disculpen las faltas y errores, intento mejorar cada vez.

¿Qué les está pareciendo hasta el moemnto?

Hasta el próximo capítulo .♥

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