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SAHARA CASTILLO

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SAHARA CASTILLO

No deseo levantarme esta mañana, me duele horrores la cabeza de tanto llorar y estoy segura que abajo me espera todo un interrogatorio del cual no quiero escuchar nada.

Anoche no me cambié así que sigo con el tonto vestido y las botas atormentando a mis pobres piernas. Tomo un ultimo aliento y me dirijo al baño a darme una ducha. Ya soy una adulta, debo comportarme como tal, o eso es lo que intento convencer a mi reflejo.

Cuando bajo hay un silencio en la casa, lo que es muy extraño considerando que hoy es noche buena y tendría que haber mas alboroto en toda la casa.

—¿Mamá? —entro a la cocina preguntando por ella.

No hay nadie, hasta pareciera que se fue. Escuche ruido esta mañana así que supongo que Bill salió para algún lado ya que su mi auto no está — ya que no trajo automóvil le permití usar mi auto viejo que esta en la casa —. Subo al cuarto de la abuela y ella gracias a la vida sí está en su habitación.

—Hola, Nana —saludo entrando y sentándome cerca de su cama.

—Mi niña, qué pasó ayer.

Directo al grano. Sus ojos me observan con cierto reproche y me siento pequeña al lado de ella. Si algo tengo muy seguro es que cada una de sus canas y arrugas son solo un símbolo de la gran sabiduría que tiene mi Nana, porque no importa su edad, ella podría ser la persona con más vitalidad que conozco.

—Nada que puedas preocuparte.

—Me preocupo por ti.

—Yo estoy bien...

—No, no estas bien, Sahara. Ayer llegaste llorando e insultando a ese dulce joven.

—Nana, lo escuchaste. Yo lo lamento...

—Escúchame mi niña, si él te hizo algo yo seré la primera en defenderte de él y de todos— su mano toma y aprieta la mía en señal de apoyo—, pero si el motivo de su pelea son tus miedos... niña mía, debes dejar que alguien entre a tu corazón y dejar de pensar que no necesitas a nadie.

—Yo no soy así —murmuro pensativa.

Sí alguien me conoce bien es mi Nana, ella ha sabido cada uno de mis pasos a lo largo de la vida y agradezco tenerla, es mi mejor amiga.

—Sahara, han pasado años desde lo de tú papá —sus palabras provocan un dolor desgarrador dentro de mí —. Necesitas ayuda para superar ese dolor.

—Nana, estoy bien.

—No, no estás. Antes no desconfiabas de cada ser humano —me reprocha—. Incluso no odiabas a tu antigua jefa, estabas agradecida con ella porque ella te proveía un sueldo digno.

—Sí, antes que se convirtiera en la bruja malvada.

—Tú la convertiste en la villana de tu historia y te empeñaste en odiarla para desviar el sufrimiento que te causó la muerte de tu padre.

UNA FALSA CITA PARA NAVIDAD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora