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SAHARA CASTILLO

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SAHARA CASTILLO

Momentos desesperados requieren medidas desesperadas y aquí estoy creando un perfil de Tinder para conseguir a alguien para la cena de navidad. Detesto a Mario, juro que me las pagará.

Cuando estoy satisfecha con mi perfil continuo en mi trabajo, no debería ocupar tiempo de oficina en esto pero estoy desesperada.

Aún recuerdo el incidente con el señor MacMillan, mis mejillas se calientan de la vergüenza del cómo le hablé. ¡No sabía que ya estaba aquí! Él nunca había llegado tan temprano a la oficina y casi me muero del susto cuando alguien contestó a mis palabras.

De todas las personas para pasar una pena así debía ser con él. Desde que asumió la presidencia ha sido todo corazones y amor para todos, patrañas. Nadie y menos un jefe se esfuerza en ganarse a sus empleados, podría estar segura que su forma de ser es para ganarse a los empleados y cuando estén en confianza sacarle algo malo y así despedirlo.

El hijo de alguien tan cruel como la señora Katherin MacMillan, no puede ser bondadoso. Nop, soporte muchas humillaciones y gritos de su parte para saber que nada bueno tienen esa familia. Solo aguanté tanto mal trato porque necesito el dinero, gano lo suficiente como para cubrir mis gastos y pagar mi universidad. Solo un año más y podré alejarme de esta empresa que tanto disgusto me ha dado.

Escucho el teléfono sonar e inmediatamente contesto.

— Champions Company ¿con quién tengo el gusto? — Atiendo como habitualmente lo hago.

— Sahara —escucho la voz del señor MacMillan—, ven a mí oficina por favor.

Cuando cuelga el teléfono mis nervios se incrementan y mi corazón empieza a latir fuerte en mi pecho. Lo sabía. Sabía que haberle hablado así traería consecuencias.

Que por favor no me bajen el sueldo, vivo cómoda y no quiero estar ajustada de dinero por culpa de mi boca.

Tiemblo cuando me levanto del escritorio y hago mi camino hasta que abro la puerta de su oficina. Cuando abro está sentado en su silla frente a su gran ventanal. Desde que entras todo él irradia poder y sinceramente me da miedo. Sería más fácil odiarlo si no fuera tan malditamente guapo. Podría jurar que su cara es simétrica perfectamente como su nariz.

Sus ojos grises me siguen hasta que siento enfrente de él, su traje negro está intacto o al menos así se ve desde la mañana cuando lo vi. No sé cómo le hace para estar tan... perfecto siempre.

— ¿Qué necesitaba señor MacMillan?

Él no dice nada y sólo se dedica a observarme un momento, ugh idiota.

—Dígame señorita Castillo — hum empezamos mal, él siempre me llama por mi nombre —. ¿Considera ético usar Tinder en horas laborales?

Podría jurar que mi mente murió cuando terminó de hablar. Él no puede saber, lo hice en mí teléfono con mí Internet. No use la red de la empresa.

—No sé qué me está hablando señor MacMillan.

Eso Sahara, haz como si tu no supieras nada.

Sus cejas se levantan en asombro y saca de su bolsillo un teléfono celular, cuando me lo tiende para que observe la pantalla y cuando veo lo que me quiere enseñar... quiero que la tierra me trague.

Es mi perfil de Tinder que acabo de crear, pero ¿Cómo pudo darse cuenta?

Cuando la respuesta por fin llega a mi adolorido cerebro quiero darme de topes con la pared. No, quiero morir en este instante. Usé el correo electrónico que utilizo para la empresa. ¡¿Cómo pude ser tan estúpida?!

—Yo...

Cuando intento dar una escusa patética él empieza a reírse. Pero no es una risa tranquila, es una sonora carcajada masculina. Siento mi cuerpo electrizarse ante el sonido de su voz. Nunca lo había escuchado reírse así, tiene una linda risa.

—No creí que fueras una chica de Tinder —dice intentando recomponerse—. Hasta que vi tu descripción.

La ola de ira que me atraviesa es enorme ¿Quién se cree qué es? Que sea mi jefe no le da autoridad a burlarse de mí. Me muerdo la lengua para no lanzar unas palabras que estoy segura solo me conseguirán el despido.

—¿Por qué no me considera una chica de Tinder, señor MacMillan? —digo a la defensiva.

Su sonrisa aún continúa en él y sus ojos continúan en mí cuando paso la lengua sobre mis labios resecos.

—Porque eres una mujer increíblemente hermosa, Sahara. No necesitas alguna aplicación para conseguir una cita.

¿Gracias? Por muy guapo que sea, sus palabras no me afectan, nop. El cosquilleo en el estómago es solo la falta de comida de hoy y mis mejillas calientes es debido al aire acondicionado de su oficina.

—Si me he metido en algún problema, ruego que me lo diga por favor —intento parecer seria.

Me está molestando su sonrisa y me está molestando más el hoyuelo —que no sabía que tenía —el cual se le forma en su mejilla derecha cuando lo hace.

—En realidad —dice un poco nervioso —. Te tengo una propuesta.

—¿De trabajo?

—No, Sahara — se ríe otra vez. Me gusta su sonrisa... basta —. Me gustaría ayudarte con lo de tú cena familiar.

Esto no me gusta y menos el camino que esto está tomando.

— No lo entiendo señor MacMillan —me hago la tonta.

—Déjame ser tu novio falso, Sahara.

Que lo jodan y de paso que me jodan a mí, maldita sea.

—¿Por qué haría eso? —hablo con una risa nerviosa — No es de su incumbencia.

Yo y mi gran boca, cálmate Sahara.

—Bueno, pues imaginé que sería mejor llevar alguien que al menos conoces a alguien que contactarías por una red para nada segura.

—No se ofenda señor MacMillan, pero usted es mi jefe únicamente. No lo conozco.

—Por qué no has querido, porque oportunidades han habido.

Hum sí, los convivios o las fiestas de la empresa que por supuesto me pierdo. Prefiero estudiar y tener un mejor mañana.

— Aún así no entiendo por qué lo haría.

Sus ojos muestran un pequeño momento de tristeza pero se esfuma rápidamente.

—¿Quieres que te sea honesto, Sahara? — cuando asiento su expresión se vuelve melancólica —. No quiero volver a pasar solo la navidad y cuando vi tu descripción en la aplicación vi un escape.

No puedo asimilar sus palabras cuando continúa.

—Fue muy tonto de mi parte — suspira —. Perdón el atrevimiento. No tendrás inconvenientes por esto pero te suplico no vuelvas a perder el tiempo en horas laborales.

Hace un ademán de que me levante así que lo hago y no digo nada. Salgo rápidamente de su oficina dando un suspiro de alivio cuando me siento en mi escritorio.

¿Él mi novio falso? Sí eso no va a pasar.

Notita Navideña:

Gracias infinitas por leerme, espero les este gustando la histotia. ☻

Disculpen las faltas y errores, intento mejorar cada vez.

Hasta el próximo capítulo .♥

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