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SAHARA CASTILLO

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SAHARA CASTILLO

Cuando despierto Bill aun esta dormido, y un pequeño remordimiento me cruza cuando lo veo. Esta en una posición muy incomoda de dormir y seguramente cuando despierte estará adolorido. Trato de no hacer ruido mientras corro al baño y me doy una ducha rápida, el frio es intenso y por mucho que el agua este caliente siempre se sienten las bajas temperaturas.

Me cambio con ropa de invierno cálidos y cuando me veo, el reflejo no me devuelve una imagen mía muy a la moda con mi suéter enorme y mis pantalones negros, pero no me interesa tanto estar a la última tendencia, solo estar cómoda.

Salgo sin hacer ruido para no despertar a Bill que para ser un empresario no es muy madrugador por lo visto. Cuando llego a la planta baja me recibe una plática amena con varias personas. Pero solo una me llama la atención y corro a su lugar, mi abuela está en el comedor radiada de mis tíos y tías que supongo llegaron hace unas horas.

Abrazo fuerte mi nana y dejo que unas lágrimas se me escapen, ella me abraza de vuelta pero débilmente. Ayer quería saludarla pero ella estaba dormida.

La abrazo otro rato hasta que me separo de ella.

—Hola, Nana —digo con un hilo de voz.

—Mi querida niña —sus manos calientes aun sostienen mi cara —. Pensé que este año tampoco vendrías, estaba segura que regresarías solo cuando fuera mi entierro.

—Perdóname Nana, prometo no volver a faltar. Y por favor deja de decir esas cosas, te falta mucho por vivir todavía.

Ella me da una sonrisa triste, y antes que pueda seguir hablando con ella toda la familia que vino me atrapan entre abrazos y preguntas sobre mi gálan que no contesto. Es extraño que he trabajado duro cuatro años en la ciudad, he conseguido mucho personalmente pero lo único que les importe es si tengo a alguien a mi lado. Por eso evité la fiesta pasada, estoy harta de esas preguntas.

Terminamos desayunando y riendo de las bromas del tío Jorge, que es como el que mantiene el ambiente en las reuniones. Veo la hora y son casi las once, debería subir a comprobar que Bill no se haya ahogado con la almohada y haya muerto.

Me debato en subir cuando lo veo entrando al lugar con mi madre de su brazo — si realmente fuera mi novio creo que estaría celosa de mamá y los ojos soñadores que tiene cada vez que Bill habla o respira —. Mamá viene eufórica diciéndole que no hay problema con la hora y que ella dejó comida para él.

—Buenos días, Sahara — me saluda un poco tímido. Creo que esta apenado por la hora.

—Buenas noches, Bill —contesto con una sonrisa maliciosa.

Mi familia viajó al bosque cerca de aquí para conseguir leña y algunas frutas, amo ir al bosque pero mi madre se negó a dejarme ir porque el bebé Bill aún no se había y sería muy descortés ir sin mi amado novio.

UNA FALSA CITA PARA NAVIDAD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora