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«Daría lo que fuera por encontrar tu voz, por obtener una señal tuya; pero ahora no sé cuanto tiempo me queda de vida, así que te lo suplico, en donde quiera que estés, por favor canta para mí»

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«Daría lo que fuera por encontrar tu voz, por obtener una señal tuya; pero ahora no sé cuanto tiempo me queda de vida, así que te lo suplico, en donde quiera que estés, por favor canta para mí»

-The Raven That Refused To Sing-

"Steven Wilson"

10 días, habían pasado 10 días desde la visita al cementerio, la soledad parecía estar haciendo estragos sobre ella nuevamente, esa sensación de abandono, y desconcierto estaban generando que imaginara cosas, que viera personas y escuchara esas voces que años atrás parecían atormentarla.

Se acercó a su mesa de noche y de aquel cajón sacó un frasco de cápsulas, el cual comenzó a jugar hasta que de él extrajo 5 cápsulas, las cuales sin pensarlo se las metió a la boca. Se sentó en el piso, estaba tarareando una canción para dejar pasar el tiempo, hasta que corrió al baño para escupir lo que había tomado en el inodoro.

Le habían cambiado otra vez las cápsulas por vitaminas de aceite de hígado de tiburón.

—¡Everlot! —gritó su abuela al momento de verla hincada frente al inodoro—, ¿estás bien?

La chica se levantó rápidamente y bajó la palanca para evitar que viera que su planes nuevamente habían fracasado.

—La comida de hace rato me revolvió el estómago.

—Acaso no estarás...

—¡No!

—Bien, en ese caso, prepárate, tienes cita con tu ginecólogo, y el terapeuta —exclamó—, te espero abajo.

Wayne comenzaba a odiar los chequeos mensuales con el ginecólogo, pero estaba consciente de que al momento de salir de la ciudad "P" para estudiar en la capital, su familia estaría siempre sobre ella con las múltiples revisiones que le permitirían a ella demostrar que aún mantenía esa pureza que tanto les importaba mantener para no generar un escándalo como en el que habían estado envueltos desde aquel trauma y desesperación que había ocasionado el aborto y la muerte de una de las mujeres de la familia Wayne.

Ahora las siguientes generaciones tenían que cargar con los errores y ser perseguidos ante una pureza que tanto cuidaban por el conservadurismo que siempre traían desde tiempos remotos. Wayne no podía expresarse, y tampoco liberarse, estaba completamente en sus manos.

Y justo ahí entraba en acción el trabajo del terapeuta.

—Dime Everlot, ¿cuántas veces has intentado suicidarte este año?

La chica jugaba con sus dedos, y sin mirar al terapeuta respondió:

—Cinco veces.

—¿El último intento?

Se quedó callada.

—¿Everlot?

—Justo hace cuatro horas atrás.

ALEXANDRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora