Phoenix se ha vuelto un foco de sangre dentro del distrito T. Un lugar donde las mujeres no han podido vivir tranquilas desde las desapariciones constantes de chicas en la ciudad.
Everlot Wayne, una estudiante de Relaciones Internacionales conocida...
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«Dos hermanos un día decidieron conocer el mundo, uno decidió seguir su corazón y el otro a su razón; y aunque se separaron por mucho tiempo el destino de nuevo los regresó a su hogar»
-Save Me-
"Globus"
Dan West había regresado a su hogar tras aquella confusa visita al departamento de Bean, pero en esos momentos decidió dejar de pensar en esos sucesos y arreglar su consultorio para poder recibir a los pacientes que tenían cita con él en esa noche, estaba demasiado ocupado como para tomar cierto interés en lo que estaban metidos Bean y Wayne -aunque debía admitir que tenía cierta curiosidad-; sin embargo sus consultas particulares y su trabajo en el hospital hacían que su agenda estuviera apretada como para encontrarse con viejos amigos de la escuela, o incluso en mantener una relación estable, pues años atrás lo había intentado pero el estrés de mantener dos cosas que amaba bajo control lo habían cansado y aburrido... sin contar que su rutina fue demasiado exhausta para su última relación.
Aquella pasión por su carrera en el área de salud era lo que mantenía a Dan motivado y entretenido por horas, era cierto que para él sus horarios eran cansados pero el poder ejercer su labor para mejorar la vida de las personas era lo que le hacía sentirse bien que incluso en sus momentos libres estaba comenzando a estudiar para sus exámenes de admisión para poder especializarse en cirugía maxilofacial.
La puerta de su consultorio se abrió lentamente, Dan West alzó la mirada de su libro para ver quien le había interrumpido antes de tiempo, pero nadie había entrado. Se paró de su silla y se acercó a la puerta, asomó su cabeza hacia la sala de espera y lo único que encontró fue una hoja doblada en la mesa de café de la recepción, desconcertado por aquel papel salió para tomarlo y leerlo.
Aquella nota estaba en blanco.
Dio media vuelta y volvió a entrar a su consultorio en donde atrás de su escritorio se encontraba alguien sentado con el periodico abierto y ocultando su rostro.
—Bean ¡Cuántas veces te he dicho que odio tus bromas! —exclamó Dan al momento de acercarse y arrebatar el periódico—... Gryffin.
—Hola Dan —habló aquel hombre de 29 años con quien compartía algunas similitudes físicas—, no pensé que siguieras jugando con niños.
—En realidad ya no lo hago, y dime ¿a qué debo tu visita? Supuse que estarías ocupado con la mudanza.
—Y lo sigo estando —respondió al momento de tomar uno de los ratoncitos de goma de migajón y le daba vueltas entre sus dedos—, solo vine a hablar contigo de dos cosas.
—¿Dos cosas?
—¡Sí! dos cosas, vamos siéntate —ordenó Gryffin al momento de invitarlo a sentarse en la silla del paciente de su propio consultorio—, la primera situación es recordarte que tienes un compromiso con la cena que daré en mi nueva residencia, y faltar no es una opción. Mamá y papá estarán ahí así que no puedes hacerlo, y por favor no vayas con tu bata de dentista, sé que es tu vestimenta formal pero en esta ocasión me gustaría presentarte a algunos invitados importantes.
