1. Lunes

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Lunes.
Odioso y tedioso Lunes.
Creo que no existe una persona en el mundo que le gusten los días Lunes.

La alarma retumba en las blancas paredes del hospital. Rápidamente me deshago de las mantas y voy al baño, encerrándome en él para así poder bañarme.

El agua fría me golpea al abrir el grifo de metal. Dejo que caiga libremente.

Al cabo de unos minutos, me envuelvo en una toalla y seco el pelo. Luego me coloco una camisa negra, un jean beige y para terminar, unos colgantes. Nunca tuve mucho dinero, pero siempre me gustaron los pendientes.

Saliendo del cuarto de baño, me siento
en la cama y me cepillo el pelo húmedo
mientras me observo en el gran espejo que hay en una esquina de la habitación.
Mi pelo negro cae libremente hasta la parte baja de la columna. Tengo ojos verdes y largas pestañas. Mi figura no es la mejor, pero me conformo con ella.
Creo que es hora de presentarme, ¿no es así?

Mi nombre es Mariella Jones, me fuí de mi casa al cumplir los 18, y actualmente vivo en el hospital donde tienen internada a mi hermana, Leyla. También trabajo en un bar, como camarera. Aunque debo decir que a veces bailo. Pero solo en ocasiones realmente necesarias.

Mi padre es el típico abogado, cuya mujer lo abandonó dejándolo solo con sus dos hijas las cuales alimentó, y les dió la educación y amor que siempre necesitaron.
El cual obviamente, es mentira.

A veces me pregunto, ¿que se sentiría que se preocupen por tí?
Quiero pensar por lo menos un momento que mi madre nos amó, y no actuó solo por compromiso o por cómo se ve la portada familiar perfecta a la que todo el mundo adora y anhela verse así algún día.

Quisiera pensar eso, pero no puedo.

Ella me abandonó, nos abandonó a mi y a mi hermana. Y al hacerlo, también se llevó consigo una parte de mi.
Al principio la extrañé como nunca, ya que solo tenía trece años al ella abandonarnos. Tenía que seguír luchando por mi hermana, la cual acababa de cumplir tan solo los cuatro.

Y mi padre, pese a tener un carro de lujo o una casa grande. No nos da mas dinero. No aporta comprándonos ropa ni comida.
Lo único que hacer es ir a trabajar y volver alcoholico para usarme como saco de boxeo. Claro, eso era antes, ya que desde los dieciocho años no lo veo.

Este miércoles, estaré dando uno de los mejores espectáculos que hice en mi vida. Dicen que van a ir las personas más adineradas de la ciudad, y podré recaudar más dinero para la operación de Leyla. Se la tendrían que hacer en dos semanas.

— Mary... — Me llama mi pequeña hermana desde su cama con voz ronca, no le gusta que salga de casa sin avisarle primero.

Me desplazo desde el sillón hasta su lado para darle un beso en la pelada.

— Buenos días, princesa — La saludo mientras se remueve molesta en su camilla, todavía con sueño. — Descansa ¿si? — Le digo al terminar de acurrucarla para después salir de la habitación.

Al cabo de una hora y llegar a la universidad a pie. Lo primero que veo son unos pocos autos a causa de la hora, pero todos caros, la mayoría de marcas reconocidas estacionados en el parking.

Los alumnos van y vienen, agrupándose con sus conocidos.

Entro en ella por la gran puerta de madera tallada y me dirijo, como siempre, directo a la biblioteca. Soy una de las primeras personas en llegar.

Al entrar en ella y cerrar la puerta detrás de mi silenciosamente para no molestar a la bibliotecaria, me dirijo a las grandes estanterías repletas de libros.

LEYLA JONES [ Completada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora