11. Un dolar

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- CORTO - parte 2

DÍA POSTERIOR A LA OPERACIÓN...

El frío se colaba por mi abrigo a la vez que traspasaba mis poros y terminaba dando la sensación de destruir tus huesos. Era insoportable.

Mi nariz estaba completamente hinchada y roja. Y mis manos ya casi parecían congelarse formando un cubito de hielo al frío incrementarse.

— ¡Que frío! — Exclamó Leyla

Reí.

—  Toma... — Le extendí una taza con chocolate caliente — Esto te ayudará.

— Gra-gracias — balbuceó, temblando de frío.

Le di otro pequeño sorbo a mi taza, la cual reposaba en mis manos, calentándolas al paso de los segundos.

Un escalofrío recorrió toda mi espalda a la hora de terminar su contenido.

Me acosté en la camilla de hospital y reposé mi cabeza en la almohada a la vez que me tapaba con el cálido acolchado de pluma, cubriéndome por completo el cuerpo.

Al ya entrar en calor, visualicé a Leyla, la cual se encontraba exactamente en la misma posición.

— Mary — Me llamó.

— ¿Si? ¿que pasó? — contesté, intrigada por lo que podría llegar a decir.

— ¿Cual es el secreto de la vida?

Mis cejas se elevan hacia arriba al estar sorprendida por aquella pregunta que hizo mi hermana menor, formando una línea curva.

— Pues, no lo sé... — La señalo — dime tú.

— No sé... pero... — Piensa — ¿cual fue la mayor lección que te dió? — Pregunta por segunda vez, recostada en su cama con las manos por debajo de la frazada para poder calentarlas.

Suspiro.

— ¿Sabes? — sigo. — Una vez, al estar sentada por las calles del pueblo, en la vereda... me di cuenta que a un hombre, el cual iba caminando, se le cayó un dólar. El no se dió cuenta, por lo tanto... Siguió caminando. Una mujer iba caminando por detrás de él cuando al señor se le cayó el dólar, ella portaba un bolso a mano y ropa de diseñador. Lo levantó, lo miró y se lo guardó. — Leyla alza las cejas.

— ¿Porque? — Pregunta interesada.

— Pues, porque... según ella, capaz era solo un insignificante dolar, uno de muchos... — suspiro — Al pasar el rato, contemplé a un señor durmiendo en un banco al costado de un camino. Él portaba un frazada, y ropa malgastada, cuando al paso de unos minutos, una señora pasó por su costado, y un billete se le cayó. La señora portaba un vestido de lana, amplió hasta los talones, y un pequeño bolso de cuero. Ella tampoco se dio cuenta que el dólar cayó, así que siguió su camino... El señor sentado en el banco, por otro lado, si lo vió caer... — Carraspeo mi garganta.

— ¿Y que hizo? — Pregunta Leyla, mirándome fijamente con sus dos ojos celestes.

— El señor, se levantó del asiento, agarró el dolar, lo miró y le gritó a la señora ' Oye, se te cayó esto' . Aquella dama le agradeció el gesto para poco después seguir su rumbo.

Leyla me miró con cara rara.

— Pero el señor no se lo quedó... — Sonríe — Que buena persona. Pero... ¿porque no se lo quedó si el lo necesitaba?

Suspiro por segunda vez.

— Eso no te lo puedo responder yo, pero... — Pienso. — Capaz el señor lo vió como vemos nosotros... un plato de comida. Así mismo. El pensaría en todas las cosas que puede llegar a hacer con el dólar. Y capaz pensó en la señora, el no sabía si lo necesitaba, nunca lo iba a saber al solo mirarla. Y tampoco por su aspecto...

>> Algunas personas, crecen junto a las correcciones y pensamientos de la sociedad, la cual los critica por todo. Ese es un lugar egoísta e infeliz donde solo gana el que tiene más. y más.

— ¡Pero ellos son muy felices! si tienen todo... pueden viajar, dormir, comer. ¿Porque serían infelices?

Me remuevo en mi lugar.

— Leyla — la miro — Nosotros los humanos, vivimos en el dolor acumulado y contemplado por falsas muecas que dicen ser sonrisas. No por tener dinero, hay que ser feliz.

Me giro a un lado de la camilla para verla mejor, y explico...

— Las personas con más dinero, no es que no sean felices. Es que, están tan acostumbrados a la sociedad, su sociedad. Que no se dan cuenta cuán felices pueden llegar a ser si dejan a un lado el egoísmo.

LEYLA JONES [ Completada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora