4. El bar

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• • 4 • •

No sé muy bien lo que hago, ni si lo estoy haciendo bien. Solo me encargo de disfrutar el momento, moviendo las caderas de un lado a otro. En este entonces el tubo es mi alma, mi compañera.
Subo y bajo de él delicadamente, tratando de que todos mis movimientos sean correctos.

Cuando bailo, se me olvidan todos los problemas. Solamente yo existo.

Como cuando estas en tu casa, bailando con la música al máximo frente al espejo. Bueno, algo así.
Solamente que yo lo hago frente un grupo de universitarios. Por suerte los empresarios. En lo que, como dije anteriormente, se encuentra mi padre siguen sentados en una mesa lejana charlando cómodamente entre socios, creo a verlos visto, observar  mi espectáculo de vez en cuando. Pero no estoy del todo segura.

¿Se imaginan que pasaría si mi padre se entera que la que está bailando es su hija?
Se pondría realmente loco.

Dejando a un lado eso, ubicó a Emma, tomándole un pedido a, si mal no recuerdo. Shawn, el capitán del equipo de fútbol. Debo decir que me encuentro nerviosa, ¿ya les había contado que solo hay una universidad en el pueblo? ¿no?
pues ahora lo saben.

Shawn es uno de los "populares" por describirlo socialmente, por eso mismo, sumando a que llevo una máscara puesta.
No creo que me identifique.
Suelo ser muy precavida con este tipo de cosas.

Cuando la canción termina, recojo lo más rápido posible el dinero que reposa en el piso, ya que me tengo que inclinar hacia adelante.
Es ahí cuando me doy cuanta que los hormonados hombres están disfrutando de la vista.
Realmente no entiendo que hacen acá ni porqué tienen un pase Vip, ya que solo se los dan a personas altamente importantes, pero decido dejarlo pasar.

Obviamente, no los dejo disfrutar mucho porque lentamente vuelvo a estar de pie.
Levantando la cabeza en su dirección enfocándome más que nada, en la persona que mi hizo hacer tal baile.

Se trata de Noah Donnay, principal lanzador.
Conectamos miradas, haciéndo por un segundo, estremecerme a causa del escalofrío que me apareció repentinamente subiéndome velozmente por la espalda.
No lo dudo, es guapo.
Tiene el pelo corto y castaño, con unos ajos azules que te llevan a otra dimensión.
Es como ver el agua. Tan fría, pero una vez que te acostumbras, ya no lo parece.
Ahí vuelve a ser cálida. Justo como él.

También tiene tatuajes. Muchos.
Iniciando por su cuello, dando un recorrido por uno de sus hombros, siguiendo así por su brazo y terminando finalmente, con una pequeña frase en su mano.
No la alcanzo a leer bien por la distancia que nos separa. Pero me intriga.

Ahí caigo en cuanta que estamos tardando demasiado en desconectar miradas. Así que lo hago rápidamente.

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Termino de deshacerme de los restos de comida y alcohol qué hay por todas partes. Para así, poder limpiar mejor.
Ya hace 18 minutos terminó lo que llaman, " reunión".

— Oye. — Exclama una voz. No la reconozco así que dejo lo que estaba haciendo para fijar mi vista en él.

Noah, oh no.
Mi subconsciente protesta.

— ¿Se te perdió algo? — pregunto.
Necesito salir de aquí antes de que me reconozca.

— En realidad, si. Creo que olvidé mi reloj, ¿Lo viste? — exclamó. Dando esa vibra de chico malo.

— No he visto ningún reloj por ningún lado. — aseguro.

— Pues, yo creo que si. Y necesito encontrarlo.

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— Aquí tienes tu dinero — Anunció Max. Dándome el gran monto. — Anda, guárdatelo antes de que se den cuenta dónde.

Termino de contarlo, y veo que es más de lo debido.

— Max. — Reprocho.

— ¿Si?

— ¿Porque me das más dinero de lo debido?

— Solo acéptalo — exclamó, dándome una sonrisa de boca cerrada.

Iba a contestar. Pero luego me di cuanta de que no tenía suficientes energías para hacelo.

— Gracias, supongo. Mi hermana te lo agradece — digo finalmente. Guiñándole un ojo.

— Sabes Mary, me gustaría algún día poder visitar a Leyla. Siempre me cuentas de ella, pero nunca logro conocerla. — Opina, nervioso. El sabe que siempre me pongo sensible con este tema.

— Claro, no veo porqué no — Declaro. Brindando una sincera y apagada sonrisa.

Al girarme para salir por la puerta trasera del local, me encuentro con una Emma agitada.

— Mary. Creo que tienes que saber que tu padre se está peleándo fuera del local. — Anuncia ella, fijando su mirada en mí.

— ¿No están sus socios junto a él?

— Justo ese es el problema.

No entiendo. Mi padre no es el tipo de persona que se pelea en público.

Menos frente a personas así de importantes.

— Ehh... Acaban de llamar a la policía. — Anuncia Max uniéndose a la conversación.

— Salgamos de aquí — Indico.


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LEYLA JONES [ Completada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora