15. Ocho metros bajo tierra

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NARRADORA POV:

Y así pasaron los días, años, décadas. Y Anne sigue envuelta entre esas cuatro paredes las cuales nunca pudo llamar hogar. Envuelta en las dulces y malévolas manos del infierno, su infierno.

Ella canta, bueno, en realidad... lo que hace es gritar. Pero es feliz haciéndolo, eso es lo importante.

Su personalidad es cada vez mas conflictiva y rara. Ha llegado a un punto, donde ya no le importa seguir adelante. Se ha estancado en un pozo.

Los moretones que ella pinta en su rostro son como la obra de un artista: sin ideas ni conciencia, pero con toda intención.

Anne era una persona dulce y con el corazón de porcelana.
Quizá por eso terminó así.

Mientras sus cicatrices sangran, sus lagrimas se acaban.

Así termina esta linda mentira, la mentira de los locos. Creo que ya les dije antes que todo lo que empieza, así termina. Pues eso fue lo que pasó.

Pasaron unos cuantos años más. Y Anne todavía descansa inmóvil en la cómoda y conocida cama del internado.

Ella ya no piensa, tiene la mente en blanco.

Envejece de a poco... Primero unas arrugas, después otras.... Y los años corren, como así también su imaginación.

Hubieron días los cuales, por las noches, mientras dormía en las penumbras de su habitación sentía que habían personas mirándola a su alrededor. Era escalofriante sentir esas miradas acuchillándola mientras el temor conducía por sus venas. Cada día era lo mismo, ella llamaba a la enfermera, y ella aseguraba que la habitación estaba vacía. Anne solo gritaba, aquellas personas las cuales la enfermera le dijo que no se encontraban, le empezaron a hablar. Una estaba sentada en el rincón de la habitación, otra a los pies de su cama, y la última, en la puerta. Anne siempre se levantaba hasta allí para pedir ayuda, y la mirada de aquella cosa reposando su cabeza en la puerta de metal la hacía retroceder, cada paso que ella daba en esa dirección, la cosa negaba con la cabeza y sonreía, mostrando su boca sin un solo diente.

Un día en particular el viento soplaba fuerte, muy fuerte. Los árboles se movían, tambaleándose. Parecía que se iban a caer.

El cielo se tornó negro y la noche cayó, al igual que Anne.

Los ojos se le estaban cerrando mientras su vista se nublaba poco a poco cada vez más, sus manos temblaban, su voz se apagaba y su alma, se cansaba. Ya no era la misma.

Anne era totalmente consciente de lo que le estaba pasando. En realidad, lo deseaba. Quería descansar. Sus flácidos brazos pesan cada vez más al igual que su cuerpo. Su mente ya no funcionaba igual. Veía otras cosas... y alucinaba con otras realmente feas. Dejando así, de ser consciente de la realidad misma.

Los ojos se le fueron cerrando de a poco, mientras que en su bella y vieja cara mantenía una sonrisa.

Sus manos fueron a su cuello justo donde reposaba un colgante. Este tenía forma de estrella y era de metal, el cual estaba oxidado a causa del tiempo que llevaba allí. Aquel objeto chatarra se significaba mucho para Anne ya que se lo había regalado Leyla en su infancia. Lo mantuvo contra su pecho con los puños rígidos y la mente inundada de pensamientos.
Así que, antes de partir, susurró con un tono dulce y frágil... 'Te amo, Mi pequeña princesa.'

La voz de aquella señora estaba cargada de sentimientos, pero cuando largó su última aliento, no hizo ningún tipo de ruido.
La muerte era silenciosa.

Aquella fue su última oración, su último aliento el cual se perdió en el aire sin nadie haberlo escuchado, fue como un susurro el cual el blanco silencio no escuchó, como hablarle a la pared, pero claro, Anne creía que Leyla la escucharía más haya de estar descompuesta ocho metros bajo tierra. Ella pensaba " El cuerpo está muerto, pero el alma sigue con luz. El alma nunca muere " se dictaminaba todas las noches.

Al día siguiente, las enfermeras la encontraron tirada en la cama. Nadie supo la causa de su muerte.
Algunos enfermeros susurraban que fue un suicidio y otros por causas naturales.

Pero nadie supo nunca la verdad, y aquella estaría siempre oculta.

Ocho metros bajo tierra.

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Sigue...

LEYLA JONES [ Completada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora