Capítulo XVIII: Eres maravillosa.

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Los corredores del palacio infernal se caracterizaban por ser fríos, húmedos y aterradoramente siniestros; y, mientras caminaba siguiendo la delgada silueta de Morrigan, Caslya se dejó persuadir por ellos a tal punto que un suave gemido escapó de ...

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Los corredores del palacio infernal se caracterizaban por ser fríos, húmedos y aterradoramente siniestros; y, mientras caminaba siguiendo la delgada silueta de Morrigan, Caslya se dejó persuadir por ellos a tal punto que un suave gemido escapó de sus labios.

Lo lamento —susurró en la mente de Morrigan.

Descuida —la tranquilizó—. Por aquí no hay nadie. El verdadero peligro se encuentra más adelante.

Después de oírlo, Caslya no lo dudó. De hecho, cuanto más descendían por aquellos corredores enmohecidos —alejándose, por su puesto, de su habitación—, más se percataba de las voces incomprensibles que murmuraban detrás de las paredes y del fétido olor que impregnaba el aire.

¿Dónde está Gideon exactamente? —le preguntó. Hablar la hacía sentir tranquila en aquella oscuridad, es especial cuando la voz que susurraba respuestas en su mente era la de la sierva—. Sé que me dijiste que debíamos bajar primero a las catacumbas del palacio, sin embargo, no sé a dónde vamos y me inquieta no saberlo.

Luego del combate fue trasladado de regreso a su celda en el calabozo de los sacrificios —respondió Morrigan después de un largo instante en el que meditó su respuesta—. Hasta donde sé fue atendido por kenás y aprisionado una vez más.

¿Por eso debo usar esta ropa? —Caslya hecho un vistazo a la túnica blanca que cubría su cuerpo y acarició la larga máscara que invisibilizaba sus rasgos. Luego de haberle pedido ayuda a Morrigan para ver a Gideon, ella había desaparecido durante algunas horas y vuelto con aquella ropa para ella. No fue difícil, para Caslya, recordar que era la misma que vestían los seres a los que Valesia controlaba.

Exactamente. —Morrigan, pese a darle la espalda, asintió—. En el Fatum tu rostro fue presentado a todos en el Infierno. No habríamos llegado tan lejos si no usaras esa máscara.

Entonces lo hizo por eso... —Caslya murmuró para sí, no obstante, sus pensamientos llegaron a la contraria.

La señorita Valesia nunca hace nada al azar, Caslya. Eso lo aprenderás muy pronto.

Caslya quiso responder que ya se había percatado, no obstante, unos gruñidos la llevaron a guardar silencio y paralizarse. Frente a ellas dos criaturas se alzaron desde las sombras del corredor y las observaron con sus ojos vidriosos como peces.

Mantén la mirada abajo. —Morrigan le ordenó con prisa y ella obedeció silenciosa cuando los aparecidos se aproximaron demasiado a su cuerpo. Después de todo debía comportarse como una kená y las kenás no sentían, no veían, ni siquiera emitían sonidos.

—Mira qué tenemos aquí, Han. —La voz de aquel que habló raspó sus oídos y la llevó a formar una mueca con sus labios. En silencio Caslya agradeció llevar puesta aquella máscara.

Guardianes de Almas. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora