SOLA | BELLAMY B.

CAPÍTULO 31

—Bien, andando. Elena este es tu caballo—la voz autoritaria de Indra inundó el lugar, ella junto a Clarke iban montadas en caballos listas para empezar a cabalgar. 

A un lado de ella estaba un caballo de color negro azabache, su sola presencia ya era bastante intimidante , pero eso no quitaba el hecho de que era bastante hermoso. Me acerqué a él admirada por su belleza y por su gran tamaño, este sin duda superaba en tamaño a los otros dos.  Alcé una mano y la llevé a su cabeza para acariciarlo, su pelaje era bastante suave. Sus ojos era tan negros que parecían el firmamento sin estrellas, los miré fijamente cómo si pudiera ver a través de estos. 

"Una gran explosión, gritos asustados y de agonía se escuchaban. 

Niños, adultos y jóvenes.

Tres guerras y sólo una tendrá fin."

Solté un jadeo después de haber visto todos esos acontecimientos. Nunca me habían gustado las premoniciones y menos cuando parecían ser tan acertadas. Miré al caballo de nuevo y este me miraba a mi fijamente, como si supiera lo que acababa de pasar. 

Él me había mostrado lo que iba a pasar. 

—¿Cómo haz hecho eso...?—pregunté en un susurro hacia el caballo, como si me fuera a responder.

—¿Asustada?—la voz masculina del terrestre que me había prestado su espada sonó detrás de mi. Me voltee a verlo topándome con una media sonrisa. 

—No lo estoy—dije sonando más tranquila de lo que imaginaba. 

Él se acercó quedando justo a mi lado, volteo a ver al animal delante de nosotros y después me miró a mi. Sus ojos observaban todas mis acciones sin despegar la vista ni por un segundo. 

—¿Entonces por qué no montas?—cuestionó apoyando un brazo en el lomo del caballo. 

Incluso él se veía pequeño a lado del caballo. 

—Apenas iba a hacerlo—contesté caminando al otro lado para poder subirme. 

Pero no sabía cómo hacerlo. Nunca había montado un caballo.  Me impulsé con mi pierna derecha para saltar y así poder subirme a su lomo, sentí como una mano me ayudaba a acomodar mi pierna para poder agarrarme bien. Después de eso empezamos a caminar siguiendo a los demás. 

—Eres la primera persona que no ha sido tumbada por él—dijo el chico mirando al animal. 

El chico iba caminando a mi lado en todo lo que llevábamos de camino, delante mío iba Clarke.  Su madre iba junto a ella pero a pie, supongo que no le dieron confianza los caballos. 

—¿Cómo se llama?—pregunté mirando al caballo también. 

—No tiene nombre—dijo haciendo que lo miré con una ceja alzada—Es bastante selectivo hacia las personas que permite que lo toquen y a quienes les hace caso. Pero no responde a ningún nombre que se le ha puesto. 

—¿Y tú?—pregunté haciendo que ahora él me mire con una ceja alzada—Sé que tú sabes mi nombre y no es justo que yo no sepa el tuyo. 

—Gerd—contestó después de unos segundos—Ese es mi nombre. 

Por un momento sus ojos cambiaron de color a uno más oscuro, pero fue tan rápido que apenas logré verlo. Gerd apartó la mirada para dirigirla al frente y hacer que el caballo apriete un poco más su paso, pues nos habíamos quedado atrás.