SOLA | BELLAMY B.

CAPÍTULO 38

Lexa se quedó inmóvil en su lugar después de las palabras de Gerd. El resto de los demás estaba igual de sorprendidos que la Comandante de los terrestres. Clarke a mi lado se acercó a Lexa nuevamente y aprovechando ese momento de vulnerabilidad volvió a suplicarse el quedarse. 

—Lexa, por favor, no te vayas...—su tono de voz fue perdiendo intensidad conforme hablaba. 

"Me da lastima"

Lexa pareció salir de su trance al escucharla hablar, pues parpadeó varias veces antes de enfocar su vista en ella. En su mirada se vio una pizca de dolor y tristeza, pero ella supo disimularlo muy bien. 

—Hasta volvernos a ver, Clarke—se despidió dando media vuelta y alejándose con su ejército y toda su gente. 

Sin necesidad de haberlo escuchado para comprobarlo supe que el corazón de Clarke se había roto tras esa traición de Lexa. Su mirada estaba perdida entre los árboles por dónde la terrestre había desaparecido junto con todo los demás. Sus manos temblaban levemente y su labio inferior también. Duró así por unos segundos hasta que inhaló profundamente dejó escapar el aire lentamente, sabía que estaba haciendo eso para calmarse. 

—¿Qué hacemos ahora?—preguntó un guardia del Arca. 

Todos mirábamos a Clarke en busca de nuevas indicaciones. 

—Se terminó, ¿verdad?—preguntó en un susurró Monroe acercándose a la rubia con una mirada triste. 

—No—contesté llamando la atención—Debemos seguir. Con o sin ayuda de los terrestres lograremos rescatar a nuestra gente. 

Mis palabras parecieron tener peso en la mente decaída de los integrantes de nuestro grupo, pues rápidamente sus rostros volvieron a retomar la valentía de momentos atrás. Clarke a mi lado me miró con una sonrisa para después acercarse al grupo de personas y dar nuevas indicaciones. Todos asentimos teniendo claro nuestro objetivo como desde un principio. Una vez que todos se dirigieron a ser su parte del plan, Clarke, Gerd y yo corrimos a los túneles deseando que el equipo de Indra si se haya desecho de los carroñeros cómo habíamos acordado. 

—¡Elena!—una exclamación femenina hizo un poco de eco en el lugar, seguido de eso sentí unos brazos bastante conocidos rodeándome—Estás bien....

Abracé a Octavia sintiendo un poco de alivio al ver que ella también estaba bien. Además de nosotros el lugar estaba solo, dando a indicar que la chica estaba sola también antes de nuestra llegada. 

—Te quedaste...—habló Clarke a nuestro lado. 

Octavia rompió el abrazo para dedicarle una mirada de desprecio a Clarke. 

—Yo sí sé donde está mi lealtad—escupió con enojo. Fruncí el ceño por eso confundida por su forma de dirigirse a Clarke. Octavia miró al hombre detrás de mi y ahora fue su turno de fruncir el ceño—¿Quién eres?

Gerd se acercó a nosotras dejándonos ver como sus ojos brillaban levemente en la oscuridad. 

—Soy Gerd, un guerrero de Elena—se presentó hablando con orgullo. 

Octavia me miró abriendo la boca sorprendida antes de mirar nuevamente a Gerd. 

—Octavia, la mejor amiga de Elena—se presentó alzando la barbilla con orgullo. 

Gerd y ella se miraron por uno segundos más antes de que Clarke preguntara si había forma de entrar desde ahí. 

—No la hay, por algo sigo aquí afuera—contestó Octavia de forma resignada. De repente sus ojos se abrieron en grande como si hubiera recordado algo, nos tomó de la mano a ambas y nos guio detrás de un viejo minero vagón—Miren.