(IV)

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La mansión Magne lucía un impoluto blanco y detalles en color ladrillo que no podía dejar de mirar, tenía un aire barroco a comparación de las otras mansiones de la calle, pero a Charlie poco le impresionaba ya que eso era lo único que avía conocido en su vida, era raro que viajará en su propia limusina ya que su padre era el único que la usaba para trasladarse de un lado a otro por la ciudad, las pocas veces que avía viajado ahí era por qué su padre estaba de viaje y disfrutaba tanto esos momentos, paz y tranquilidad lejos de las insinuaciones de Harold y las indirectas de su hermana.
Charlie suspiro algo cansada, no avía avanzado mucho en su búsqueda y al día siguiente sería fin de semana así que tendría que esperar para seguir su investigación, miro nuevamente por la ventana contando los árboles que cubrían la entrada de la mansión, un camino empedrado que hacía vibrar la limusina y al final una fuente rodeada de grandes rosales blancos, era lo mismo de siempre, dejo que le abrieran la puerta y agradeciendo la acción, entro a su casa donde algunas empleadas la saludaban con grandes sonrisas mientras que otras solo se acercaban para tomar su mochila dela escuela sin atreverse a mirarla, esta vez Charlie dejo que se llevarán sus cosas, no tenía ánimos de subir a su cuarto, tal vez se quedaría en la sala viendo televisión o en la biblioteca buscando que más leer, pero fue sorprendida por sus padres que parecían estarla esperando

            —hola mamá, papá es una sorpresa verte tan temprano en casa —los saludo con un beso en la mejilla y después tomo asiento en uno de los sofás.

Todo estaba tranquilo y en silencio, Lilith miro a su esposo que prefería ignorarla dejándole a ella toda la responsabilidad esta vez, Charlie jugaba con un mechón de su cabello nerviosa por saber que estaba pasando ahí,

            —Charlotte tu padre y yo hemos hablado sobre la reunión a la que te invito Harold — dijo Lilith mientras a su lado escuchaba un leve gruñido de disgusto —. Y estamos de acuerdo en que puedes ir.

            —¿Que? —pregunto creyendo que estaba escuchando mal.

            —tienes nuestro completo permiso para ir a esa reunión de alumnos.

-nuestro chófer los acompañará toda la noche, no saldrán del lugar donde será la reunión amenos que sea para regresar aquí.

Lucifer se levantó del sofá y salió de la sala, le estaba costando dejar ir a su hija, pero ya no avía nada mas que hacer, ya estaba echo, su esposa tenía razón y él ya no podía poner más excusas que la convenciera.
Lilith sonrió a su hija que miraba extrañada la puerta de la sala, su padre avía aceptado pese a su clara oposición.

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Angel se encontraba en uno de los bares más viejos de la ciudad, uno de aquellos que sirve más como una parada turística que te transportaba a la nuevo Orleans de los años 20's, era de sus favoritos ya que podía conocer a jóvenes europeos que buscaban diversión, pero entre todos el que más le llamaba la atención era aquel bartender de cabellos oscuros y mal humor,

            —hola guapo, ¿no estás interesado en alguien que te caliente esta noche? —pregunto angel mientras se recargaba en la barra.

            —apenas está empezando la noche y ya empiezas a joder —dijo el corpulento hombre.

             —solo bromeaba, amenos que tú quieras que deje de hacerlo —dijo burlón

              —ya lárgate a qué te cojan — dijo el bartender dándose la vuelta para atender a otros clientes del otro lado de la barra

              —¡Solo si quieres mirarme¡ —dijo casi gritando haciendo reír a un par de jóvenes canadienses — mm..¿Y que los trae por aquí chicos?.

🌹..Todo y nada..🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora