Salir

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Goku tenía la curiosa costumbre de poner sus dedos índice y medio sobre el entrecejo de su esposa y estirarlo, a ver si hacía desaparecer ese gesto tan marcado de siempre. Esta vez no le funcionó, es más, recibió el tipo de rechazo que se le da a los molestos mosquitos y volvió a formarse en ella un ceño más fruncido y profundo.

Y era raro que él no fuese la causa.

—¿Qué te pasa, ChiChi? —Se resolvió a preguntar finalmente, pues la expresión de su mujer ya lo tenía intrigado. Ella soltó un suspiro y se puso la mano en la mandíbula, intentando pensar.

—Es el carro, Goku-sa. Me ha venido fallando durante todo este mes y ya lo he mandado al mecánico dos veces —explicó contrariada, yendo al patio seguida por su marido y mirando el viejo cacharro—. ¡Me he gastado un dineral! Y tú sabes que no podemos estar gastando en tonterías, no cuando el sol amenaza con quemarnos las cosechas.

Goku se acercó hasta detrás de ella y puso sus grandes manos en los hombros femeninos. La hizo voltear para mirarse a la cara.

—Hm. ¿Y es muy urgente el carro?

—¡Claro! Con él salgo a hacer las compras semanales a Ciudad Satan, que queda bastante lejos de aquí...

A Goku le pareció un problema demasiado simple, pero su esposa era así y lo mejor sería brindarle una solución y tranquilidad.

—No necesitas el carro, para eso me tienes a mí —sonrió brillantemente—. Puedo teletransportarte o hasta llevarte volando. Hay muchas opciones.

—No quisiera molestarte, querido Goku —respondió algo apenada, pues no era usual recibir ese tipo de atenciones por parte del saiyajin. Aunque últimamente estaba muy cambiado, y para bien.

—No es molestia, además, la mayoría de lo que compras es comida para mí, así que me parece injusto que te encargues de todo sola. ¡Vamos! Ya lo hemos hecho antes. Salgamos de compras juntos.

ChiChi se ruborizó tenuemente.

—Está bien, Goku. Iré por mis cosas, ya vengo.

Mientras la mujer se preparaba para salir, Goku decidió cambiarse de ropa. Su clásico dogi naranjo estaba maltrecho y sudoroso por su entrenamiento matutino, así que optó por ponerse ropa más casual. Unos pantalones tradicionales azules y una musculosa blanca serían ideales para una tarde calurosa de compras. Volvió al exterior y mientras esperaba se puso a observar el cielo, que de un limpio celeste era adornado por esponjosas nubes blancas.

Esponjosas nubes...

¡Eso era!

—Estoy lista —avisó ChiChi, saliendo de la casa con un vestido sin mangas, más ligero para esas épocas veraniegas. Goku la interceptó, con el mismo rostro que ponía cuando era niño y se le ocurrían las ideas más inusuales.

—¡Chi! Llama a Kintōn.

Ella lo miró confundida.

—¿Eh?

Goku estaba emocionado.

—¡Hazlo! Llámala.

Dudosa, ChiChi miró hacia arriba y juntando aire en sus pulmones, expulsó un potente grito. "¡Nube voladora, ven!"

Oportuna como siempre, la hermosa nube mágica se apareció en menos de un santiamén y llegó hasta ellos, dejando un halo de luz tras de sí. Marido y mujer la miraron embelesados, con sus ojos brillando de la misma manera que en antaño, cuando las fantásticas aventuras estaban a pedir de boca.

Goku se subió de un salto y estiró su brazo hacia ChiChi.

—Súbete, este será nuestro nuevo carro.

La adulta dejó escapar una risa nerviosa.

—No lo sé, Goku. ¿Y si ya no soy pura de corazón?

—¡Claro que lo eres! Ella acudió a tu llamado, ¿no? E incluso si no te recibe, yo jamás te soltaré.

Y cómo reafirmando su sentencia, tomó su mano con firmeza y cuando ella dio el salto para subir, la enrolló entre sus brazos. No tenía caso, pues kintōn no le hizo ningún desaire. Aun así, Goku no la soltó y solo la acomodó más entre sus brazos. Su esposa seguía siendo frágil y delicada, pero aquello no le quitaba fortaleza, pensó.

—¡Nube voladora, a Ciudad Satan!

Y así se dirigieron hacia sus diferentes destinos incontables veces más, disfrutando de los trayectos tan maravillosos que solo ellos podías disfrutar, abrazados sobre un suave algodón de dulce y enmarcados por el cielo bello, que siempre los volvería niños ansiosos de aventuras fantásticas mientras fueran a salir, juntos.

Y por estos lugares, el GoChi más dulzón siempre estará a pedir de boca. 🍯

Actualizo porque estamos cerca de las 60k leídas y eso es emocionante.

En este escrito quise usar palabras del idioma original, como el nombre de nuestra prota y de la nube voladora: Kintōn.

¡Nos leemos luego si me visita la inspiración!

HLena.

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