Por ti [11/13]

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Fic realizado a modo de comisión para una cliente, quien me dio autorización para publicarlo aquí. ¡Gracias por confiar en mi trabajo!

Aquella noche, regresaron a casa en paz. Gohan y Goten dormían ya, la montaña se encontraba apacible y los sonidos de la naturaleza sólo incrementaban la beldad del momento nocturno. Milk caminó silenciosa hacia la cocina, se prepararía un té de hierbas calmantes que con suerte le ayudaría a conciliar el sueño. Por su parte, Goku se quedó afuera, haciendo quién sabe qué, hasta que su esposa bebió toda la taza y no pudo más con la curiosidad y salió a verlo. Y ahí estaba, haciendo flexiones de brazos aburridamente. La mujer Son sintió un dejo de culpa al verlo así.

—Extrañas el planeta de Kaio-sama, ¿no?

Goku alzó su mirada.

—La verdad, no. Era un lugar muy pequeño y aburrido, pero la gravedad era ideal para entrenar, aunque hace ya tiempo dejó de ser un reto.

—¿No quisieras ir?

—¿Me estás dando permiso? —preguntó anonadado, deteniendo su ejercicio. Milk se sintió avergonzada al verse como alguien tan dominante ante él, tanto que debía autorizarlo a hacer y deshacer, como a un niño. Asintió con pena y él no dudó muchos segundos antes de responder—. Pero no me quiero ir, estoy bien aquí.

—No debes sentirte atado, Goku, sabes que puedes irte cuando quieras. Aquí no podrás jamás superar tus límites o hacerte más fuerte.

—Pero no quiero, dije. Además, esa época ya pasó para mí, ahora deseo desarrollarme como maestro. Todo mi conocimiento debe ser heredado a alguien. Estaba pensando en Gohan, pero él está muy ocupado estudiando y con su novia. Creo que Goten es el indicado. Déjame entrenarlo, Milk, sé que es inteligente también, eso lo sacaron de ti, pero también es extraordinariamente fuerte, más de lo que todos nosotros a su edad, por lo que sería un desperdicio de talento no apoyarlo. Él tiene muchas ganas de aprender y yo de enseñarle, por favor.

La actitud sumisa de Goku la hacía sentir muy mal. Cuando hablaba así, podía ver en sí misma la bruja que probablemente en muchas ocasiones fue. Y otra revelación se mostraba ante ella: no sólo había sido un grillete en el pie para su marido, sino para sus hijos también. Y si deseaba cambiar, más que buscar otro hombre o un aspecto nuevo, debía cambiar su interior.

—Está bien, Goku. No es necesario que me pidas permiso. Si Goten lo desea, los apoyaré. Yo también creo en su potencial.

—Lo sé y te lo agradezco. Supe que tú lo entrenaste y que cosiste su dogi. Lo hiciste muy bien —felicitó y ella no supo si se refería a la ropa o a los entrenamientos, pero de igual manera se regocijó por las palabras.

—No podía hacerle lo mismo que a Gohan... —murmuró con nostalgia. Goku la tomó de los hombros y sonrió con displicencia.

—Gohan es un hombre increíble.

Se miraron a los ojos y guardaron silencio. Goku entrecerró su negra mirada y poco a poco se inclinó, posando sus labios sobre los de su mujer. Milk se estremeció ante el suave contacto, Goku podía ser el más fuerte, pero también el más gentil, y no podía hacer otra cosa que seguir amándolo cada día más. Mantuvieron el casto beso durante unos segundos hasta que él cortó el contacto y la abrazó con sus fornidos brazos acogedores. Él nunca fue alguien demostrativo, pero cuando daba sus atenciones, se atesoraban como al oro mismo. Milk inhaló su fragancia masculina y aceptó el tipo de amor que su hombre le daba y entendió el porqué de amarlo. Podía haber otros hombres con las cualidades de las que él carecía, pero jamás serían Goku, con su esencia, con su corazón puro e inocencia, entonces todas esas cualidades perdían el sentido ante sus ojos. Supo que lo amó desde el primer momento, con su cabello anormal y su colita de mono, enamorándose de sus peculiaridades y recibiéndolo así en su interior. Ella también era defectuosa e incluso de esa forma él volvió, porque la quiere para él, con todo y defectos.

—Goku... —llamó, con su voz suave. Él emitió un ruido, indicándole que la escuchaba. Milk tomó aire—. Me preguntaba, si quieres y puedes... Que si podríamos volver a entrenar, como cuando nos casamos.

Goku se separó repentinamente de ella y la miró con tanta seriedad que la asustó. Su confianza se drenó y pensó las peores cosas.

—¡Aunque es probable que no quieras! Yo ya estoy vieja y oxidada, además sería injusto, pues eres demasiado fuerte. Me quebrarías de un sólo soplido. Lo siento, fue una idea tonta...

—¡Me encanta la idea! —chilló Goku de pronto, sorprendiéndola—. No sabes lo mucho que me gustaban nuestros entrenamientos. Temí pedirte luchar más cuando te embarazaste y cuando llegó Gohan ya no tuviste tiempo para entrenar. ¡Pero ahora tenemos todo el tiempo del mundo! Hasta podríamos hacer fogatas como en antaño y dormir aquí afuera, al aire libre.

Los ojos de Goku brillaban como los de un niño y Milk se prometió a sí misma que intentaría no volver a opacar ese brillo. Así como él estaba haciendo cosas por ella y poniendo de su parte para que su relación funcionara, ella también debía hacerlo.

Y sabía exactamente qué era lo primero que debía hacer.

—Espérame en nuestra habitación, debo hacer una llamada.

Milk se dirigió a la casa y cuando estuvo a punto de entrar oyó la voz del saiyajin llamándola. Volteó.

—¿Sí, Goku?

Él le dedicó una sonrisa preciosa.

—Haber vuelto a la vida fue lo mejor que me podría haber pasado.

Ella sonrió con toda su emoción.

—Lo es para mí también, querido Goku.

Entró a la casa y con decisión fue hasta el teléfono. Tomó una honda bocanada de aire y cuando marcó el número, lo hizo sin titubeos. Al fin había tomado una decisión y sabía que era la correcta. Sin importar lo que pasara, estaría siempre satisfecha con lo decidido. Era una opción de vida para ella, un modo de amar y de sentir.

La persona al otro lado de la línea contestó.

—¿Aló? ¿Eres tú, Milk?

—Hola, Aramis. Tenemos que hablar.

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