Por ti [7/13]

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Fic realizado a modo de comisión para una cliente, quien me dio autorización para publicarlo aquí. ¡Gracias por confiar en mi trabajo!

Volver a despertar en la montaña Paoz después de tanto era algo sin duda maravilloso. Sentir la energía de la tierra, la presencia inamovible de los montes y el ki de los animalitos no se comparaba a estar muerto en el planeta de Kaio-sama. Pero prontamente al despertar y ser consciente de que no estaba durmiendo en su cama, sino en el cuarto de Goten, perdió toda esa buena sensación que podía producirle su hogar.

Después de su discusión con Milk, ella no quiso responder a su declaración y en cambio le pidió espacio y tiempo, porque estar cerca de él no le permitía pensar con claridad, según sus propias palabras. Aquello Goku lo atribuyó a que Milk aún lo amaba y que su presencia cambiaba el rumbo de las cosas, pero ya no quiso increparla más, después de todo no era su culpa estar en esa situación. Con su esposa, Goku aprendió a siempre guardar las distancias, a otorgarle tiempo para que se le quitara el enojo con él y eso era lo que haría ahora. Aunque, como no quería que las cosas fuesen como antes —sino mejores— debería cambiar un par de hábitos.

Era un amanecer cristalino, precioso, de esos que tantos recuerdos de su niñez removían. Conmovido, se levantó con cuidado para no despertar a su hijo y después de alistarse, salió de puntillas de la casa, rumbo al bosque. Había algunos aspectos de su forma de ser que no podía modificar, como la sed de combate y aventuras, pero también sabía que había cosas buenas en él que perdió y las cuales podía recuperar. Estar tanto tiempo muerto, sin ninguna motivación más que entrenar, lo hizo olvidar algunas partes de la vida que por las batallas dejó de experimentar, mas ahora que estaba vivo, curiosamente revivieron con él.

Recordó entonces su rutina de recién casados con Milk y la tierna infancia de Gohan. Él despertaba temprano a entrenar —por costumbre y para no perder forma— y cuando volvía a casa un rato después, su esposa e hijo ya le esperaban para desayunar. Después de eso, Milk se encargaba del bebé y Goku salía a buscar el sustento para su hogar, que siempre eran grandes peces, leña, agua y fruta fresca. Luego de almorzar él pasaba un rato jugando con Gohan y enseñándole diferentes cosas, como qué bichos podían picarle o cuáles bayas eran venenosas, hasta que al pequeño le entraba el miedo —o el llanto— y Milk lo rescataba para llevarlo a dormir. Después de jornadas así, agotadoras, pero plenas, marido y mujer se relajaban un poco y salían al patio, donde comían o entrenaban o simplemente charlaban, hasta que se iban también a dormir, acurrucados como un par de tórtolos. Goku reflexionó y se dio cuenta de cuánto extrañaba todo eso y el cómo se le fue arrebatado. Pensó en Milk, lo que seguramente sintió cuando esa vida que siempre soñó fue quebrada para siempre. Meditó con sus pies metidos al borde del río hasta que, decidido, se tiró un piquero.

Al despertar, Milk resintió la zozobra que la invadió, pues de alguna forma esperó que Goku estuviera ahí cuando ella despertara. No lo estaba, como no lo estuvo en siete años, y ese burbujeante pensamiento la hizo hacer a un lado la decepción. No podía esperar mucho de él, nunca lo hizo, ¿por qué habría de hacerlo ahora?

Bajando a la planta inferior de la casa, se sorprendió al ver la ventana del comedor completamente abierta. No alcanzó a extrañarse cuando en la mesa vislumbró vibrantes colores, lo que rápidamente reconoció como una gran variedad de frutas, sobre todo manzanas. Iba a acercarse a tomar una cuando Goku pasó por fuera de la ventana sin camisa y luego abrió la puerta, secándose los desordenados mechones de cabello con su ropa. Formuló una sonrisa cómica y saludó.

—¡Hola, Milk! Traje fruta para el desayuno. Y en la cocina dejé un gran pescado para que luego lo cocinemos con los niños. —El saiyajin explicó sus hazañas con tono jovial, hasta que dio un paso adentro de la casa y notó cómo goteaba todo el suelo. Quitó su pie y alarmado exclamó—. ¡Ay! Todavía estoy muy mojado. Perdón por ensuciar, Milk. Dame un segundo y me secaré.

Los ojos atónitos de la mujer solo seguían los movimientos de su peculiar marido, que salió de su rango de visión para proferir un grito guerrero, volviendo después ya completamente seco. ¿Qué hizo? Milk no tuvo ni idea, pero el ambiente tan casual generado por él la animó un poco, obligándola a formular una sonrisa condescendiente. Le gustaba mirarlo y olvidar todas las penas, como si su presencia borrara lo feo de su vida, aunque fuese por instantes.

—Gracias, Goku.

La voz aterciopelada de ella lo cautivó. Milk le gustaba mucho, en todas sus facetas, solamente era complicado para él expresar públicamente sus sentire. Era algo tímido en algunos aspectos, debía reconocer, pero anhelaba volver a recibir los afectos que su esposa le brindaba cuando su relación era pura miel.

—Eso sí, deberás cocinar tú junto con los niños, porque hoy yo saldré —avisó Milk.

Claro que no todo podía ser perfecto.

"Eres un hombre maravilloso, Aramis, tanto que me asusta. He sufrido mucho en esta vida y no creo dejar de hacerlo algún día. Pero tú tienes todo lo que siempre he querido en un compañero... por eso deseo intentarlo."

Con amargura, Goku recordó las palabras que oyó a Milk decirle a ese tipo, todo a través del poder de Kaio-sama. Se sintió abatido y derrotado, pues después de eso, ya no eran únicos entre Milk y él; había un tercero. Y no tenía idea de qué hacer o cómo reaccionar, sólo sabía que aquella situación desesperante le ocasionaba un dolor peor que la enfermedad al corazón. Pero él era inocente y también había aprendido a ser paciente, ya no era el atolondrado de antaño, por eso aguardaría.

Tenía fe en su historia con Milk.

—Bien, te estaremos esperando entonces. Si me necesitas, sólo llámame e iré a donde estés.

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