Eres tú © #1 [COMPLETA] ✔

Capítulo 14

Antes de la muerte de Luis. (Hermano de Ángeles)

Mi piel le da la bienvenida al sol, y el viento hace que mi cabello largo se despeine, cubriendo mi rostro.

El mar siempre ha sido mi lugar favorito, si fuera por mi, me quedaría viviendo aquí. Pero como ahora no sé puede, disfruto las ultimas horas que me quedan aquí.

—¿De verdad tenemos que irnos hoy? —le pregunto a la persona a mi lado, quien asiente como respuesta.

Sus lentes de sol le lucen tan bien, ojalá se me vieran así a mi. Con un poco de suerte, la gente siempre se queda viendo lo largo de mi cabello negro, o el color verde de mis ojos que resalta.

Pero al lado de mi hermano, nadie nota mi presencia. Creo que enamora hasta a los hombres, y esos deberían ser para mí. Aunque no estoy necesitada, pero igual me ofende, es como si no existiera, la mayoría de las veces me da igual, pero otras veces no.

Como ahora, llevo horas observando a un hombre musculoso, que está bien bueno, y cuando vi que se acercaba, buscó a mi hermano, en vez de a mi.

El hombre se va, con cara de decepción. Es raro ver esa cara en alguien con esos músculos.

—Tengo que decirte algo. —dice, un poco serio.

—¿Que pasa?

Duda un momento, como buscando las palabras correctas.

—Quiero pedirle a Cristel matrimonio.

Eso me toma desprevenida.

—¿Qué? ¿estás seguro?

Asiente, —Muy seguro. Llevamos muchos años juntos, y creo que es el momento. Quiero formar una familia con ella.

Nunca pensé que este día llegaría tan pronto. La alegría no me cabe en el pecho. Mi hermano está feliz, así que yo también lo estoy.

—Me alegro por ti hermano. La familia crece, estoy orgullosa. —lo abrazo— te estás convirtiendo en un hombre. Cristel me cae bien, es una gran mujer.

—Gracias, princesa. Igual estaré para fastidiarte, no te librarás de mi.

Nos reímos.

—Estoy celosa. —hago puchero.

Luis se ríe, y su risa suave es música para mis oídos.

—Ya llegará tu momento, hermanita. —dice— aunque espero que no sea pronto. Ningún idiota te merece, por ahora.

—Hace unos días me dijiste que le diera una oportunidad a Brett. —le recuerdo.

—No sé de que hablas.

—Cuándo me dijiste que me arriesgara, y que si ese imbécil me rompía el corazón se las vería contigo.

Se sostiene el mentón, y se hace el que no recuerda nada.

—No me suena.

—¡Luis!

—Án, sé que no me hablabas de ese idiota. Estabas nerviosa por la pruebas para entrar al equipo de fútbol, y quería darte ese empujón para creerte en ti. —me mira— sé que cuando hablamos de un "él" era una metáfora, que era el balón, y no Brett.

Abro la boca sorprendida.

¿Cómo lo sabe?

—Y lo sé porque nunca te has enamorado, —parece leer mis pensamientos,— a lo mejor si te han gustado chicos, pero no lo suficiente para decirles 'te amo'.