Capítulo 24

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Sentirse bien con alguien no es algo que me haya pasado antes, al menos no con cualquier persona. Sentirse plena y feliz no es algo que me pase a mí, la felicidad siempre me ha excluido de ella.

Pero, ¿Qué es esto que estoy sintiendo? No encuentro otra manera de llamarlo, porque es algo que hace tiempo no me pasa. Siempre creí que la felicidad se había olvidado de mí, que me había dando en adopción o algo, pero resulta que yo la había negado.

La luz del día me pega en el rostro, dando a saber que ya amaneció. La brisa llega, haciendo que mi cabello se  pegue a mi cara, algo que no me molesta.

Raramente estoy feliz, muy raro en mí a estas horas de la mañana, aún no abro mis ojos y una sonrisa se dibuja en mis labios recordando lo que pasó anoche. Al terminar de hacerlo, Zaid fue el primero en dormirse, y no pude dormir contemplando su rostro; sus labios medio abiertos, mejillas coloradas por el calor, cabello revuelto, que no hace falta decir quien se lo puso así. Y como sus pestañas largas sobresalen aún estando dormido, y no me molesta que las tenga más largas que yo. Estuve tanto tiempo observándolo, que me sorprende que mi mirada no lo haya despertado.

Pero tuve que asegurarme que era real, que esto de verdad estaba pasando, y que no era un sueño. Aunque me pellizcara, el seguía ahí, dormido, ocultando esos ojos de Ángel que tiene, como le dice Aurora.

Toco inconscientemente el lado de la cama donde durmió Zaid esperando encontrarme con su cálida piel. Pero no, vuelvo a tocar, y nada. Abro los ojos rápidamente, y compruebo lo que ya sabía al principio, él no está. La decepción llega a mí, y no puedo evitar sentirme usada.

Me levanto y abro la puerta del baño, con esperanza de que esté ahí. Pero al ver las luces apagadas, todo empeora. Su lado de la cama está perfectamente acomodada, como si nadie hubiera estado ahí. No hay ninguna nota, o mensaje de texto, no hay nada, ni rastro de él.

¿Será que si fue un sueño?

***

—¡Ángeles! —la voz de Lila me saca de mi burbuja— te toca.

Una compañera del equipo me pasa el balón, se escucha el silbato de la entrenadora Baker que indica que definitivamente es mi turno.

Pero, ¿Qué hago?

Chelsea está en la arquería, y al ver mi cara de "no sé que tengo que hacer, ayudame", me empieza a indicar, bueno, a indicar no, solo mueve sus manos como una loca, señalando el balón, y a ella, junto con unos círculos que dibuja entre las mismas.

—¿QUÉ ESPERAS JONES? —grita la entrenadora.

Me muevo con el balón contra algunos obstáculos, esquivando con facilidad a mis falsos rivales. Messi estaría orgulloso de mí.

Al terminar cada obstáculo, conduzco a toda velocidad hacia el arco, con Chelsea esperando mi pateo. Antes de llegar, intento colocar el balón por encima de ella para que no lo pueda alcanzar, cosa que hago, pero también pasa por encima del arco llegando directo a las gradas. Cabe destacar que las gradas quedan como a unos 10 metros del campo. El bicho al ver eso, estaría decepcionado.

—Oh, Jones. —habla la entrenadora— Mi hija de 4 años patea mejor.

Se escuchan risas de mis compañeras, y mi vergüenza aumenta. Desde que me levanté todo me ha ido mal, resulta que ahora ya ni sé patear un balón bajo los 3 palos.

Eres tú © #1 [COMPLETA] ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora