Capítulo 33

830 139 23
                                    

Ángeles.

Mi agonía y sufrimiento es lo que recuerdo, al igual que el desespero y la impotencia de Zaid por salvarme. Nunca podré olvidar su rostro angelical de preocupación, y si no lo conociera como lo conozco, diría también que tenía algo de miedo reflejado en él.

Vivir o morir es la decisión que nosotros tomamos, en ese momento estaba abrumada, llena de pensamientos solamente negativos que volví a recurrir al mismo error que hace unos años atrás cuando me enteré de la muerte de Adela. El sabor amargo fue el mismo, incluso peor. Esta vez antes de perder la conciencia pude ver el terror de Lila, Chelsea y Liam cuando salí de esa casa. En ese preciso momento, me di cuenta del error que estaba cometiendo. No solo me dañé a mí, también a las personas que me quieren, sufrieron igual o más que yo. Lo entiendo, el sentimiento de pérdida es algo horrible. Y luego pensé:

«Echar de menos la pérdida, lo vuelve un recuerdo inolvidable».

Llevo ya dos semanas aquí, todos han estado muy al pendiente de mí, mis amigos, mi tía, mis hermanos, aunque Aurora ha estado molesta por qué no la dejan entrar, se queda tranquila al hablar conmigo por teléfono. Mis padres han estado más que preocupados, se encargan de que no me falte nada, y han sido mi base principal de recuperación. Zaid no se despega de mí, al menos que se quede mi mamá, mi tía o Chelsea, no hemos hablado mucho estas dos semanas. A mí me da pena hablarle después de lo ocurrido, pensará que soy una débil o algo así, y de su parte, no sé, quizá no me quieren incomodar, o está tan molesto que solo se queda por educación, ya que fue él quién me encontró.

Ahora estoy sola en la habitación del hospital, ya mañana me dan de alta.

—Y con esto terminamos, Ángeles. —dice la psicóloga— tu mejoría es impresionante, espero que sigas así.

—Gracias. —le agradezco— yo también. —asiente con la cabeza con una sonrisa, antes de irse.

Ha estado viniendo mi antigua psicóloga, y para ser sincera, mi salud mental mejoró más en estas semanas, que en los últimos 3 años. Ver las cosas desde otra perspectiva mejoró mi manera de pensar, y de ver la vida.

—Hola, pato. —entra Zaid, con una rara sonrisa, y su hoyuelo asomándose en su mejilla para deslumbrarme.

Lo extrañaba, desde mi cumpleaños que no lo veo sonreír así. Por lo general solo me demostraba una media sonrisa y casi no hablaba. Y menos me decía "pato". Aunque ese apodo no me guste, escucharlo ahora, hace que vuelva a respirar.

—Ey. —contesto.

Se acuesta casi que encima de mí, dándome un abrazo como si me fuera a escapar.

—¿Qué pasa? —pregunto, extrañada— ¿por qué tan contento?

No sé si estoy feliz de que vuelva a estar así conmigo, o molesta por qué no sé la razón.

—Hablé con la psicóloga al salir.

—¿Y...?

—Me contó que estás mucho mejor, y aunque no lo creas, eso me hace muy feliz. —vuelve a abrazarme— estuve muy preocupado.

Me pasmo al oír lo último que dice.

—¿Tú...? ¿estabas preocupado por mí?

—Claro. ¿por qué crees que no te he hablado mucho en estos días?

Yo ya tenía una respuesta en mi cabeza, pero con esto que dice, ahora estoy confundida.

—Porque estabas decepcionado de mí... —respondo con algo de tristeza.

Sujeta mi cara, observándome como si le hubiera confesado que maté a mi mamá.

—Nunca digas eso. No estoy decepcionado, yo... —no termina la frase.

Eres tú © #1 [COMPLETA] ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora