Capítulo 7

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Muchas cosas de la vida son impredecibles.

Una de ellas es la muerte.

No la vemos venir, no sabemos cuándo va a suceder, ni quién morirá. Lo sabemos cuándo ya todo ha pasado, llega tú mamá diciendo que esa persona ya no está, el doctor u otra persona que se enteran antes que tú. También podrían llamarte al móvil y darte la noticia. O ver a esa persona morir con tus propios ojos.

De todas ellas, no se cuál es la peor, pero me hago la idea.

No sabes que sentir; lástima, rabia, dolor, pena o remordimiento. Puedes tener todas a las vez, o solo una. Pero sea lo que sea que sientas, es algo que no se supera.

Se aprende a vivir con ello.

Al estar aquí en el cementerio con mis padres no puedo evitar pensar todo eso. Estos últimos años hemos tenido 3 pérdidas en la familia. Mi abuela materna, mi hermana, y hermano.

Pero a diferencia de estos últimos, mi abuela murió porque le dio un infarto. Sufría del corazón, creo que muchos ya lo esperábamos, pero eso no quitaba lo doloroso que fue la noticia.

A la persona que más le pego fue a Adela, ellas eran muy cercanas, incluso más que yo. No teníamos problemas porque yo era más cercana a su hermana gemela, mi tía Ofelia. Sí, mi abuela tuvo una hermana gemela, al igual que lo fuimos Adela y yo. Y cada una tenía a su gemela favorita por ambas partes.

Observo la placa de mi abuela: Olga Davies. Siempre vivirás en nuestros corazones.

Y a pesar de que yo no era la más apegada a la abuela, la extraño. Adela perdió la cabeza por un tiempo, pero poco a poco volvió a ser ella. Supongo que se estaba acostumbrando a vivir sin ella.

—El tiempo se está oscureciendo, deberíamos volver. —dice mamá, mirando al cielo.

Y sí, ya está apunto de caer la noche.

—¿Seguro que no quieres visitarlos? —pregunta papá. Y sé que es conmigo.

Niego con la cabeza, —Aún no estoy lista.

Él solo asiente, mientras empezamos a caminar por el cementerio.

Pasamos unas lápidas y algunas parecen descuidadas, como si fueran años que no son visitadas. Llegamos a casa, y sé que mi padre y yo tenemos un tema pendiente, pero ya no sé si quiero preguntar.

—¿Papá? —lo llamo.

—¿Si, pequeña?

—¿Podríamos hablar? —señalo la puerta de su oficina.

—Claro, dame un momento. Esperame ahí.

Asiento.

Mi padre se queda hablando unas cosas con mi mamá, y sé que probablemente es de mí. Entro a la oficina, y veo que todo sigue igual como siempre.

Su escrito con unos papeles bien ordenados en pilas. Las dos sillas que están al frente, y la enorme silla cómoda que está atrás, que mi papá siempre usa. El pequeño sofá que escogió mi mamá. Y los muchos libros que tiene en la zona de la biblioteca, todos bien acomodados.

Me siento en su silla, mientras doy vueltas como niña chiquita. Pero no sería yo, si no hago desastre.

Por accidente me tropiezo con unos papeles que terminan cayendo al suelo y me apresuro a recogerlos antes de que mi padre entre.

Hasta que veo algo que llaman mi atención.

No son los mismos papeles de los viejos casos de mi papá, son nuevos. Y para mi sorpresa, es del caso de mi hermano.

Eres tú © #1 [COMPLETA] ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora