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— Uno-dos, Kaia, uno-dos —marca Trent de nuevo— y dobla las rodillas un poco más.

Trent se encargó de organizar unos horarios para mí luego de aceptar que me entrenara, aunque por lo que veo no tiene muchos clientes, su cuaderno estaba en blanco, salvo por el nombre de Edan, cuando lo vi por accidente.

Así que ahora estoy atrapada en este gimnasio.

— Gira tu cuerpo un poco más. ¡Vamos! —me anima para que golpee las almohadillas en sus manos con la técnica uno-dos usando mis puños.

— Esto es aburrido, ¿Cuándo pasaremos a la parte de las patadas? —pregunto bajando mis guantes.

— Cuando domines esta técnica —golpea las almohadillas con fuerza— no estás doblando tus rodillas, concéntrate —me reprocha.

— Deberías rendirte —la voz de Edan llega a mis oídos— hay una pequeña academia de baile cerca de tu casa, tal vez te acepten ahí con tus pies izquierdos —dice mientras hace los ejercicios que Trent le marcó previamente.

— ¿Puedo usarlo a él como bolsa de boxeo? —pido lanzando una mirada furtiva hacia el chico.

— Si no se enfoca en lo suyo podrás usarlo como quieras —contesta Trent dándole una mirada rápida.

— Ten cuidado a quién le confías tu lealtad —gruñe Edan.

— ¡Vamos Kaia! Uno-dos, uno-dos —vuelve a insistir.

— ¡Lo estoy intentando! —de verdad que sí, pero mis músculos ya están lo suficientemente cansados por este año.

— Intenta más fuerte —continúo con lo que me queda de fuerza.

Oigo un bufido y giro hacia mi compañero de prácticas.

— ¿Tienes algo que decir? —lo enfrento. Edan deja de golpear el saco para mirarme.

— No podrías golpear una almohada incluso si tu vida dependiera de ello —contesta con lentitud mirándome con superioridad.

— Edan, deja de molestarla, —me mira. — Kaia, olvida que está aquí.

Le dedicó una mirada furiosa y percibo una sonrisa apareciendo en su rostro. Quiere hacerme enojar y lo está logrando.

Antes de volver a lo mío, el teléfono suena y le doy gracias al universo por estos minutos de descanso. Trent se saca la indumentaria en sus manos y camina hacia el área de recepción.

— ¡Edan! —Grita con impaciencia— ven aquí y trabaja con Kaia.

— Que golpee la pared —responde colmando la paciencia de nuestro entrenador.

— Si me tienes miedo sólo dilo, no voy a juzgarte —una vez más, deja a un lado su ejercicio y me lanza una mirada plana.

— Cuida lo que dices —se acerca a paso seguro hacia mí y por un momento su presencia logra intimidarme. Edan es mucho más grande que yo, no sólo en altura sino todo él.

Saco cualquier pensamiento de mi cabeza y me concentro en la técnica que estuve trabajando con Trent.

Luego de unos golpes, Edan suelta un suspiro. Me detengo y finalmente me animo a mirarlo a los ojos sin importar su proximidad hacia mí.

—Endurece la parte baja de estómago y gira un poco —indica sin emoción. Hago lo que dice pero aparentemente no de la mejor manera porque Edan lleva ambas manos a mis caderas para colocarme en la posición correcta.

Siento sus ojos quemando mi piel y para aliviar la tensión del momento aprovecho esta distracción para intentar taclearlo. Sin embargo, pero él es más rápido y descubre mi intención, toma mis brazos y barre mis piernas para hacerme perder el equilibrio y caer al piso bajo su cuerpo.

EDAN ✔ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora