EDAN ✔ ©

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EDAN

Miro mi cuaderno con atención. Observo el boceto bastante incompleto intentando de alguna forma que algo mágicamente lo complete.

Golpeo incesante mi lápiz contra la madera de la mesa.

— Odio ese sonido —escucho detrás de mí y me detengo al instante con el lápiz en el aire. — Gracias.

Volteo pero no me encuentro con nadie. Frunzo el ceño pensando que tal vez me estoy volviendo loco, incluso más de lo que ya puedo estar. Cierro los ojos y unas imágenes empiezan a formarse en mi cabeza. Imágenes que nunca había visto, como si fuesen parte de la vida de alguien más.

Todo pasa rápido. Unas sonrisas, luego sangre. Le sigue una cabellera rubia y barba cuidada, también distingo una cicatriz cerca de la clavícula. Un dolor de cabeza me ataca y necesito de unas cuantas respiraciones para procesar todo lo que está sucediendo. Me levanto de la silla pero tropiezo con mis pies y caigo al suelo aun viendo imágenes.

Corro hacia el papel que he estado mirando por horas y comienzo a dibujar todo lo que veo. Un pequeño tatuaje de números romanos, unos ojos con pestañas largas. Un arete en la oreja izquierda.

No tengo idea lo que sea pero es como si alguien intentara hablar conmigo a través de esto. Una gota de sangre cae directo al papel y levanto la mirada al techo. Nada. No hay nada. No veo a nadie aquí, pero no estoy solo, puedo sentirlo.

Aprieto los ojos y continúo dibujando antes de olvidarme de todo. Lunares, marcas en el rostro. Lo dejo todo en la hoja y al terminar un nudo en la garganta me asfixia.

Aprieto el lápiz en mi mano con tanta fuerza que lo parto al medio y una sensación gélida sube por mi espina vertebral.

La imagen frente a mí muestra a alguien a quien conozco bien.

Es Parker.

Tomo mi teléfono y marco a Kaia pero da como apagado. Intento varias veces más pero no hay respuesta.

Sin esperar un momento más salgo corriendo de casa y me dirijo a la comisaría donde Parker fue asignado. Siento mi pulso acelerarse como loco y la sequedad en mi garganta, eso explica la joyería en el auto, o el por qué siempre lleva la camisa abotonada hasta arriba.

Ha estado viéndonos la cara de imbéciles desde el principio.

— Necesito hablar con el oficial Parker. —exclamo con agitación. El hombre al otro lado del mostrador en la parte delantera del edificio me observa con curiosidad.

— No se encuentra ahora, —dice— salió a realizar unas rondas. —Hace una pausa inspeccionando mi estado alterado— ¿Estás bien?

— ¿Sabe a qué zona fue? —intento nuevamente.

Niega— No podemos decirte eso, lo siento. Sólo se fue, el jefe no es muy comunicativo a veces. —Frunce el ceño— ¿Tienes algún problema?

Antes de poder responder, escucho una voz detrás de mí— Yo me encargo, Dave. —Hace una seña con su cabeza— Vamos atrás.

Camino inseguro siguiendo al joven hombre. Lo reconozco porque es uno de los compañeros de Parker, los vi muchas veces juntos. Es aquí cuando me pregunto si lo correcto es venir con él o intentar hablar con alguien más.

Trago saliva y me ordeno controlar mis nervios— Tengo que encontrarlo, es urgente.

— ¿Hubo algún problema? —pregunta.

No sé qué contestar. No sé si confiar en él.

— Es algo que debo hablar con él. —asiente.

— Puedes decírmelo, se lo comentaré.