-11-

62 13 0
                                    

EDAN

No debí hacer eso. No debí beber tanto porque ahora esta maldita resaca no va a dejarme en paz por un rato. Estaba furioso conmigo mismo, con Kaia por haber entrado a mitad de la noche, pero más conmigo mismo. El simple pensamiento de que pude haberle hecho un verdadero daño me eriza la piel, y su mirada me golpea aun más. Estaba aterrorizada aunque lo haya disimulado bastante bien.

Fue una de las tantas pesadillas que tengo cada noche. Olvidé poner el seguro de la puerta y simplemente intenté confiar en mí mismo para no causar un gran escándalo, vaya que la cagué.

La vergüenza que sentí fue tan grande como mi temor por no saber explicar qué sucedió anoche que simplemente me decidí a salir sin dar explicaciones.

Como un cobarde que huye de su propia realidad. Una que me persigue hace ya mucho tiempo.

Le dije a mamá que quería caminar. No objetó nada, sabe que hay veces en que necesito esa distracción y le agradezco el no hacer preguntas. Me paso casi una hora y media reproduciendo la escena de anoche y pienso en una disculpa apropiada para Kaia.

Esa chica ha sido un gran problema desde que llegó. Antes no tenía que explicarme con nadie, o disculparme. Tampoco tenía que pensar en la opinión de nadie sobre mí. Era libre, relativamente.

Libre de un escrutinio social que no me importaba más no libre de mi propio ser.

Tampoco contaba con que Kaia estaría en ese concierto. Quería pasar un buen momento sin pensar en nada más ahogando mi consciencia en cerveza y música fuerte. Le propuse a Hutch el ir al concierto de Quasi porque necesitaba un toque de realidad. Y luego la vi, usando un vestido negro con un sweater encima, malditamente hermosa como siempre y completamente ignorante del hueco negro en el que se encuentra. Estaba buscando a alguien y en secreto desee que fuese a mí aunque no tengo conocimiento de si sabe que me encuentro aquí.

No estaba borracho aunque ella pensara lo contrario. No debería haber ido detrás de ella pero mi cuerpo se movió como si tuviese consciencia propia. El sólo respirar su perfume floral o mirar esos grandes ojos brillantes, o el como la brisa movía su cabello hacia atrás dándome un vistazo completo de su cuello.

Mis entrañas se removieron. El maquillaje que aparentemente se colocó, terminó corriéndose apenas y la sombra de una tenue mancha oscura aparece a la luz.

Yo hice eso, y me repudio por ello a pesar de no haberlo hecho a propósito.

Nunca lo haría, no soy ese tipo de hombre. Mi madre me cortaría las bolas antes de levantarle la mano a una mujer y Eira me empujaría a un pozo sin escapatoria.

A pesar de eso, no tiene la intensión de alejarse de mí. No puedo decir si es por su curiosidad hacia mi persona o porque es muy estúpida. Dios, espero que no sea la segunda porque no podría ver como Kaia termina con alguien que le hace daño de este modo por placer o porque no puede controlar su mera existencia de mierda.

— ¿Tuviste una buena noche? —escucho la voz de mamá. Camina hacia mí con un vaso y un par de píldoras en su mano.

— Creí que habíamos quedado en que mi privacidad comienza de esa puerta para adentro y debes golpear antes de entrar. —Miro a mi madre con reproche— Pude haber estado desnudo.

Sonríe con diversión— Soy tu madre, y no tienes nada que no haya visto antes.

— Demasiada información para esta hora de la mañana, —digo tomando las pastillas— o para toda la vida. —mamá toma el vaso de mi mano y corre la cortina dejando entrar la luz potente del sol de la mañana matando mis ganas de vivir.

EDAN ✔ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora