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KAIA

Pienso mis alternativas en cuestión de segundos pero ninguna sería más efectiva que hacer el trabajo sucio por mis propios medios. No voy a presenciar otra muerte, ni lo piensen.

Tomo aire y me impulso directo hacia la persona que la tiene retenida contra su voluntad. Es tarde para pensar en algún plan, mi cerebro sólo me grita golpea y huye, golpea y huye. Incluso tengo la voz de Trent que me dice ¿a eso le llamas golpe? Mi abuela tenía más fuerza y sufría de anemia.

No sé muy bien lo que hago pero acabo de taclear al criminal. Me toma por los brazos y me revuelvo incómoda intentando recordar todas las lecciones que recibí. Durante un momento creo estar al mando pero todo cambia de repente cuando siento el filo de una navaja en mi garganta.

Acaba de cortarme, suelto un grito cuando el ardor se expande por mi cuello. Pero, incluso sabiendo de mi herida, no me permito rendirme. Continúo forcejeando y suelto otro grito cuando intenta torcerme el brazo.

La clave es estar relajada, con la mente en blanco y siempre estar un paso delante de tu atacante. Su gruñido me advierte que efectivamente es un hombre así que hago lo que cualquier mujer haría en una situación así.

Busco sus bolas y las golpeo con mi rodilla. Para asegurarme de que tendré algo más de tiempo para huir, golpeo su rostro con mi pie haciéndolo soltar una maldición y miro hacia un lado.

Lua no está, debe haberse ido.

Al parecer uno de los vecinos se alertó por los ruidos afuera de su casa porque la luz del patio delantero se enciende y aprovecho esto como mi señal para escapar.

Corro hacia mí casa como nunca antes había corrido en mi vida. De repente me sentí una gacela volando por la calle. Mi mano se aprieta contra mi cuello y evito mirarla con miedo a lo que pueda encontrar.

Sé que estoy sangrando pero si la herida hubiese sido más profunda a este ritmo ya estaría tirada en la calle.

Doy gracias a Dios que Ryder tuvo que trabajar otro turno de noche y no llegará hasta las diez así que eso me da casi una hora para ver el daño y calmar mis temblores internos.

Es superficial. No soy una experta pero logré detener el sangrado con agua oxigenada y no requiero puntos. No es una herida abierta ni tampoco una de longitud extensa sino más bien de la medida de medio dedo índice.

El escozor sigue pero limpio y desinfecto todo antes de ponerle una venda. Creo que tendré que buscar un pañuelo para usarlo mañana en la escuela.

Miro mi reflejo por un largo rato. Sigo sin creer que la chica frente a mí acaba de sobrevivir al ataque de un asesino. Un golpe de realidad me recibe y corro hacia el excusado para vomitar todo lo que guardaba mi estómago.

Tomo asiento dentro de la bañera y cierro los ojos dándome cuenta de un detalle muy importante sobre mi odisea nocturna. Un detalle al que más bien puedo llamar un error gigantesco.

Quien quiera que él haya sido, vio mi rostro.

Sabe quien lo detuvo.

¿Y si ahora viene por mí?

¿Y si ahora viene por mí?

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EDAN ✔ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora