EDAN ✔ ©

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EDAN

Miro atentamente cuando Gabriella arrastra a Kaia con ella hacia el patio trasero y me debato entre ir detrás de ellas o dejarlo estar.

— Nunca se cansan de ser una basura —murmura Hutch a mi lado— ¿crees que esté bien?

— Supongo. —contesto con simpleza pero mis pies hormiguean por ir en su dirección. Antes de excusarme con Hutch, una sensación conocida me embarca. Llevo una mano a mi cuello y lo froto para ahuyentar el malestar. Los latidos de mi corazón se aceleran y siento como el aire del lugar empieza a sofocarme.

Con cuidado barro el sitio con mi mirada al mismo tiempo que una corriente fría me golpea. Nada parece estar fuera de lugar hasta que...

— ¡Kyle! Kyle, mírame —grita una rubia de vestido gris. Su novio parece más concentrado en el trago que tiene en la mano que en cualquier otra cosa— ¿Qué les pasa a todos? ¿Acaso están ignorándome? —vuelve a hablar con enojo.

— Estoy cansado —refriego mis ojos— Eira llamará muy temprano mañana y quiero estar despierto para hablar con ella —le digo a Hutch antes de tomar el último sorbo de mi cerveza y dejar la botella sobre el mostrador— será mejor que me vaya.

Sus ojos verdes me miran con atención — ¿Estás bien? Te ves pálido.

— Es el alcohol — murmuro despidiéndome. Hutch me conoce y sabe que soy de pocas palabras por lo que no insiste mucho—te veo mañana.

Sin esperar una respuesta me abro paso entre la gente aun con la voz escandalosa de la pequeña rubia. Respiro profundamente esquivando a los pocos invitados que se encuentran afuera y me coloco la capucha de la sudadera negra que llevo puesta.

La voz de la rubia continúa sonando a través de la música y lo único que quiero es dejar de escucharla.

La casa de Marny queda a mis espaldas y al cabo de unos segundos es ahí cuando escucho el grito de dos chicas:

El de la rubia que estaba dentro de la casa y el de la chica que la encontró muerta.

Coloco mis manos sudadas dentro de los bolsillos y cierro los ojos por un segundo sin dejar de caminar.

Mis sentidos se agudizan mientras me hago más viejo y la molestia se siente aun con mayor efecto.

El sonido casi imperceptible de pasos hace que me detenga y voltee para ver a una triste y patética Kaia dirigiéndose hacia mí.

Está empapada. El agua se mezcló con la pintura negra y, ahora de su cabello, gotea el líquido oscuro dejando un pequeño rastro detrás de ella.

— ¿Cuál es tu excusa ahora para seguirme? —pregunto poniendo atención a mis alrededores. No estamos muy lejos de la casa de Marny y mi cuerpo aun siente esa presencia.

— ¿Por qué te fuiste como si intentaras escapar de algo?

Aprieto la mandíbula— ¿Qué te da la idea de que estaba escapando? —mi tono es duro y evito sus ojos en todo momento.

— Casi corriste lejos cuando encontraron a esa chica —apunta— o te asustaste o sabes algo —Kaia llega a mi lado y noto como se protege de la fresca noche.

Una risa ronca escapa de mi boca.

— Sólo me estoy yendo a casa, mis elecciones no te incumben.

El sonido de sirenas me advierte que los vehículos de emergencia no se encuentran lejos. Observo de nuevo las gotas de pintura sobre la acera y tomo a Kaia del brazo para correr con ella hacía el césped de las casas del vecindario.